Las burbujas del vaso
se sumergen directamente a mi cerebro,
desordenando mis neuronas,
desapareciendo obsesiones.
Y me siento menos rígido,
ya no importan las reglas.
Las líneas se tuercen
bajo mi caminar despreocupado.

Todo parece posible.
Flores otoñales pueblan los asientos de las micros.
Diosas de esquinas nocturnas
me ofrecen el paraíso.
Miradas furtivas
se convierten en deseo.
El amor se vuelca entero
en mi pecho.

¡Brisa oceánica! ¡Delfín alado!
¿Por qué el amor se retuerce
en mis venas?

Botellas vacías flotan a la deriva
Las luces del cerro
son estrellas fugaces
que se esconden del nuevo crepúsculo.
Sí… me siento menos rígido.
Entono un vals perdido
a la mujer que me espera,
que llora, que no entiende.

No sabe que el sudor es constante
y el temblor mi amigo.
No sabe que me desespero si pierdo el tren
o si no cuento los peldaños de la escalera.
No entiende que necesito adormecer
mis sentidos y deambular sin sentido.
Utilizar una y otra vez
el néctar euforizante.

Esta vez no me esperó…
Llegué con el despertar de los pájaros
y desperté a una triste realidad.
Casa fría, alcoba vacía.

Ahora entiendo
porque el amor se retuerce en mis venas.