Era una tarde helada cuando la vi, me encontraba caminando sumido en mis pensamientos luego de un largo día en el trabajo, trataba de abrigarme más por el aire frío que corría y caminar más rápido para llegar a mi hogar, en donde encontraría el calor que necesitaba, sentado en un cómodo sillón, con una gruesa y suave manta, junto a la estufa y leyendo un buen libro.
Sin darme cuenta llegue a una calle que no conocía, cerca del puerto al parecer me había alejado más de mi hogar en vez de acercarme, sabía que se estaba haciendo tarde, pero quise ir a algún restaurante con vista al mar. El lugar era muy acogedor y con una buena decoración, en las paredes colgaban cuadros con paisajes de diversos lugares del mundo, pronto me trajeron un café bien caliente; me paré por un segundo para ir a buscar un periódico y fue en ese momento cuando vi a aquella chica y desde entonces no pude apartar mis ojos de ella.
Llevaba un abrigo, naturalmente por el frío, al quitárselo simplemente llevaba unos jeans de color negro y un chaleco azul marino, sin mencionar una bufanda color verde. Tenía la piel blanca con un tono suave que se veía a simple vista, los ojos...no podría definir su color, pues eran azules y verdes a la vez, se diría que son de un tono verde-azul o turquesas en los cuales alguien se podría perder, su cabello castaño claro casi rubio le llegaba hasta los hombros...en resumen, una chica hermosa.
No podía concentrarme a la lectura del periódico, mi vista se dirigía hacia aquella chica que estaba sentada a unas cuantas mesas de donde yo me encontraba, vi que saco un lápiz y un cuaderno y comenzó a escribir un par de cosas mientras miraba al mar, parecía como si se hubiese transportado a otro mundo del cual al parecer no quisiese salir; pronto llego el mesero que le trajo una taza de té y ella dejo de un lado su libreta y comenzó a tomar el té, al parecer tenía mucho frío, pues su nariz se enrojeció enseguida.
Ahora que lo pensaba, nunca antes me había sentido así como ahora, no puedo dejar de mirarla, contemplar su rostro, el brillo de su cabello, el increíble color de sus ojos, en resumen todo, no me lo explico, me dan ganas de conocerla, que me conozca y que siempre me recuerde, estar en lo más profundo de sus pensamientos y que nunca me olvide; un lindo sueño, pero que no siempre suelen ocurrir en la realidad, mejor dicho, que nunca ocurren.
En un segundo volteo su mirada hacía mí, de inmediato la desvíe mí mirada, algo avergonzando como alguien que quisiese aprovecharse de alguien inocente, note que se sonrojo un poco, aunque tal vez fuese el calor del té, nunca lo sabré.
Mire hacia la pared y veo el reloj, eran las 6:45 pm, la hora se había ido muy rápido y no me había dado ni cuenta, pues me pase el rato mirando a una chica de la cual no sé absolutamente nada. Le hice una seña al mesero, quien de inmediato se acercó.
--¿Dígame Sr.?
--¿Me puede traer la cuenta, un lápiz y un papel?—le digo mientras doblo el periódico.
--Por supuesto.
No tardó mucho en traerme lo pedido, la cuenta la pague de inmediato, mientras que con el lápiz escribía un breve mensaje para aquella chica, que simplemente me tenía hipnotizado.
“Eres muy linda, me encantaría verte nuevamente, me causas mucha curiosidad y creo que me siento atraído por ti...”
Apenas termine, me coloque mi abrigo, tome mis cosas y antes de dirigirme a mi salida me dirigí hacía el mesero.
--Disculpe ¿Podría hacerme otro favor?
--Sí, dígame Sr.
--Podría pasarle este papel a aquella Srta. que está junto a la ventana.
--Por supuesto.
--Gracias.
Sin nada más que decir, salí de aquel lugar para poder llegar rápidamente a mi casa, aunque mi mente no dejará de pensar en ella.
No paso mucho rato y vi a aquel mesero que se acercaba a mí corriendo.
--Disculpe Sr. Pero aquella Srta. de la que usted me habla, me pidió el favor de entregarle esto.—Y sin nada más que decir me entrego una hoja doblada en dos.
--Muchas gracias.
De inmediato desapareció y yo me sentía algo confundido, para aclarar mis dudas abrí aquel pedazo de papel, con la respuesta a mi mensaje, tenía una letra muy bonita y firme.
“Me siento muy halagada, tú también eres muy apuesto y si quieres volver a verme vengo al mismo restaurante todos los Martes, Jueves y Sábados a la misma hora que hoy, nos vemos...”.
Guardé la nota en el bolsillo de mi abrigo y me dirigí rápidamente a mí casa con mucha alegría.
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