Y mientras la ojiva absurda y presurosa
viaja en mortal y cruel agonía,
gime el alma y el corazón solloza
y calle en triste su vivaz sinfonía.
Sobre mil corceles de crines ardientes
que borrascas de fuego lanzan al condenado,
se muestra la parca hambrienta y sonriente
desfilándole a los vivos su fatídico reinado.
Y el infeliz que un día maldijo su suerte
y en idea absurda su sacrificio entrego,
hoy deliciosamente complace a la muerte
y entre sus manos frías y yertas su eternidad ofreció.
Prueba éste suavemente los sabores
de la amarga y vulgar sentencia,
y ve por primera vez los colores
de la verdadera soledad y ausencia.
y clama penosa y agónicamente
el no merecido perdón,
pero ya es tarde y no es suficiente
ya solo le espera una eternidad de dolor....
22/01/05
Texto agregado el 18-07-2005, y leído por 121
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