El lecho de tu sombra me abarca, como un eclipse de huellas. Intacto, detienes al mundo de mi cabellera, en un suspiro alborotado, que se pierde entre los dedos. Y la magia desciende enhebrada de tus besos; por el paralelo de aire que se esconde en mi. Mientras, el cielo gime acorralado en un leve soplido, que detona por mis vértebras; el balbuceo de tu lengua se resigna a los mandatos, bajo la reverencia de mi boca. Y la luna enjuaga sus encantos, sobre los nidos de mis pechos; como una conjunción de soles, que derraman su sentir. Por encima, la noche puebla la demencia de tus dedos, que pernoctan, en una búsqueda desenfrenada de mi sino. Y la tierra mengua su sabor, en el latir de las pupilas; como una fuga de tu aliento que se pierde en mi mirada. Me quedo en ti; como un sueño de sal que dibuja tu semblante, en un aleteo sedoso que soslaya mi sentir.

Ana Cecilia.