Asi comieza mi vida, con los primeros rayos de luz que comienzan a proyectarme sobre el suelo y las paredes. Me alargo, voy adoptando forma a medida que me vuelvo más nítida y oscura. Nazco al salir el sol, pero es mi condena esconderme de él, evitar su luz, darle la espalda... Duerante el día soy su esclava, no puedo moverme a mi antojo, he de esconderme siempre tras objetos y personas, he de ocultarme toda la eternidad, esta es mi condena. Y como esclava soy me pisotean, me mueven, me cruzo con entes como yo sin poder comunicarles el profundo sufrimiento que me causa vivit así, tener que guardar esta fría e inamovible apariencia cuando sólo deseo expresar lo que siento. Pero, por fín, cuando el oscuro manto de la noche recubre la tierra, llega mi fín. Muero.
¡Liberadora oscuridad! ¡Liberadora muerte! Ya las sombras no existimos, todo es sombra. Durante unas horas somos libres, vagamos sin ataduras, nos despojamos de nuestra condición de esclavas y recorremos eufóricamente todos los rincones de la tierra tiñiendolos de negro.
¡Liberadora oscuridad! Desearía poder vagar toda la eternidad en esta satisfactoria oscuridad...pero la luz vuelve a surgir poco a poco...
Nosotras huimos desesperadas, buscando un sitio donde cobijarnos, donde escondernos del sol. Lentamente se limita nuestra extensión, nos alargamos, nos retorcemos de dolor y tristeza para volver a nacer, nacer como esclavas y volver a esperar ansiosamente nuestra fría y negra unión. |