Visiono detenidamente las injusticias que me rodean,
E intento morder el tiempo ensangrentado
Por quienes han muerto en defensa de sus ideales.
Mis sienes no son más que un conjunto de dolores
Acumulados que de cuando en cuando despiertan
Para recordarme que soy humano y no la pluma que escribe
Lo que quiere sobre el papel del destino.
La vida se aguanta las náuseas que le produce mi estúpida pena
Y voces acalambradas me dicen que soy muy joven aun para comprender la vida,
Pero que no soy joven para sufrir y mucho menos para llorar.
Limpio el líquido que recorre mi frente y se muy bien que no es sudor;
Es sangre, sangre que refleja mi rabia,
Sangre que me sale desde el alma y por todos los poros
Esa sangre de la que se burlarán estúpidos intelectuales,
Que jamás entenderán que la esencia no solo radica en lo que piensas
Si no también en lo que haces.
Pero vuelve la voz desde el éter que me dice, ¿Qué haces tú?
Si solo levantas alcázares sobre las aguas.
Y me sumerjo impávido para luego salir volando
Con las alas negras y aun ensangrentadas,
Demostrándole a esa voz que soy más fuerte que mis temores,
Que puedo cambiar el mundo con un verso libre, y es que mi mundo no es terrenal,
Es aquel en que se hace lo que se piensa sin prohibiciones.
Estos son mis versos libres, libres de opresión, de juzgamientos
Y de toda mofa que alguna vez pudiera producir,
Esta es una radiografía abstracta de quien
Vive la vida en su propio mundo, con su propia ley.
Y esa es “no tener límites en expresar e imaginar”.
Pues siempre existirán algunos versos libres.