¿Fue acaso el equívoco incomprendido y necesario el que me llevó a tus brazos? Miente, es la única forma. Mátame. Estira mi piel, camúflame y observa: soy tu obra de arte magnífica. ¿Me vas a mirar? Me estoy ahogando en un mar que yo misma alimento con mis ojos. ¡Esto es una estupidez! Cabello negro, entrelazado con suaves curvas. Así eras, pero eso era ayer. Ahora la palabra se achica y solo, solo en tu alma, te oxidas... y yo también...
Texto agregado el 17-07-2005, y leído por 153 visitantes. (2 votos)