La mayoría de ustedes todavía deben sentir escalofríos en cuanto escuchan el nombre de la nave que estalló al salir de Miami el 3 de enero del 2010, dejando víctimas inocentes en el área de Key West y matando a toda la tripulación de lo que pudo haber sido el primer viaje turístico al espacio exterior por parte de los Estados Unidos.
Un par de años antes, compañías privadas inglesas, chinas y rusas habían estado realizando pequeños vuelos turísticos con modernas y comodas naves hotel. Enterprise tenía los lujos de un Titanic interplanetario, la tecnología desarrollada por antiguos trabajadores de la entonces desaparecida NASA y era propiedad de una pequeña sociedad formada por accionistas privados de Miami, llamada SO Spacelines.
La nave estalló mientras se elevaba fuera de la biosfera de la tierra, partiéndose en miles de partes que descendieron en llamas sobre Key West, causando una verdadera crisis para los bomberos y los vecinos de las víctimas. La explosión inicial se dio en el sector de pasajeros de primera clase, donde no existían materiales inflamables.
Las dramáticas fotos de los primeros segundos del estallido fueron captadas por un residente del área, Hiro Matsumoto, de 86 años. El señor Matsumoto describió el estallido como “una ola de fuego que recorrió las nubes de la ciudad”. En CNN y NBC las secuencias de video del estallido y los incendios en diversas partes de la ciudad salían al aire cada cuarto de hora. Los periodistas pedían hallar a los responsables cuánto antes y llevar la justicia hasta sus últimas consecuencias.
En menos de seis horas se reveló al público que el único tripulante no estadounidense en la nave era de origen venezolano, pero no tenían datos sobre su identidad.
La información no podía ser más inquietante, pues Exxon había iniciado la extracción de petróleo a 30 km del Golfo de Venezuela, ignorando la soberanía amparado por el gobierno de los EUA, era natural imaginar que era una represalia de parte de algunos grupos nacionalistas venezolanos al margen de la ley. En consecuencia, el gobierno federal ordenó un bombardeo aereo sobre la ciudad de Caracas, con miras a deponer al presidente de Venezuela, del cual se sospechaba que tenía nexos con los grupos nacionalistas. El golpe de estado tardó 36 horas en hacerse efectivo.
Dos semanas después se encontraron informes de Inteligencia que contenían instrucciones de dar armas a la guerrilla colombiana para colaborar con la búsqueda del presidente venezolano en fuga. Para salvar la crisis, la ONU dio plena autoridad al gobierno de la República de Colombia de ajusticiar “por cualquier medio necesario” a los miembros de la guerrilla.
El gobierno venezolano recién instaurado otorgó contratos de explotación de petróleo y gas a Exxon, de reconstrucción a Hallbuttons Corporated y la reeducación del país al instituto Ronald Reagan.
Pero las noticias de los días siguientes cambiaron todo.
Los archivos de la compañía SO Spacelines revelaron que el tiquete del pasajero venezolano había sido pagado por la UNICEF. Dos horas después está fue considerada una organización fachada de operaciones terroristas, se arrestaron a todos sus miembros y muchas de las oficinas fueron destrozadas por miembros de la población civil en distintas partes del mundo.
Media hora después de los funestos sucesos la directora general de la UNICEF arrestada en España dijo a la prensa que ellos solo habían pagado el viaje de una niña huérfana de 8 años con cáncer. Los archivos revelaron que era cierto.
El gobierno norteamericano ofreció sus disculpas sentidas por el incidente y prometió que en un lapso de siete años se realizarán una vez más elecciones libres en Venezuela.
Hasta el momento no se ha dicho que o quién pudo haber sido responsable del atentado contra el Enterprise. |