Y yo creía... claro que creía... quién no? En esos tiempos, en que era apenas un niño como de seis años, la vida no era algo más importante que ir a la escuela o tomarse el café del desayuno. La vida era ese ir a saltos de lunes a marte de martes a jueves de juevas a viernnnnes, y frenar. Así, en seco, tratar llever el tiempo del fin de semana sin prisa y sin dolor. Así era pero todo nos salía al revés y el sábado estaba empezando y hacía dos goles y ya estaba mi mamá votando a gritos mi nombre como una sirena y aquí está tu comida y lávate las manos y alista todo porque mañana es domingo y qué digo domingo, mañana es lunes y volvemos a empezar.

Era un tiempo sencillo visto desde ahora. Sobre todo, sencillo si traigo a letras a este amigo inseparable de nombre simón. Así en minúscula porque era invisible. simón. Tan invisible como invensible, claro que haste entonces yo no lo sabía y jugamos y conquistamos diez continentes y el quijote mató a los indios y la guerra tenía ojos azules y la vina no valía un peso. Claro, sé que no son tantos continentes, simpre supe que eran sólo nueve: marte júpiter... y así.

Esa es mi sabiduría de los nueve años que recién cumplí. Claro que a simón no le podía decir que no, porque me aventaba con mi madre y uy qué miedo y entonces bueno lo dejamos en diez.

Creo que lo mejor habría sido dejarlo ir. Abrir la puerta y con la mirada mostrarle el camino, la sombre que había que tragarse para llegar a cocin y ver a mi madre. Eso. La solución habría sido esa.

Jueves 29 de enero. Ingreso al centro médico y simón es extirpado de mi mundo de los posible. Unos cuantos días, pastas antes y después del desayuno, juguetes fríos y sucios y una colchoneta llena de orines, fueron suficiente para terminar con ese hermano de sangre, qué digo hermano, ese invento; de una vez por todas y para siempre.

El mundo de lo imaginado pufff. Llega el mundo real y cinco por uno cinco y cinco por dos diez y gol del real madrid y montoya que sube al podio y la carne cómo ha subido y simón, simón, se va borrando como las letras de mi teclado y yo me digo "ya estás bien" y mi mamá no dice bien sino curado y mi abuela pregunta que si el nene todavía está loco.

El mundo de lo real está tomano fuerza y es por fin normal. Suena el teléfono. Mi madre reponde aló y con quién? y se queda fría y deja caer la vocina y el aliento y yo le recojo la vocina y yo que quién era y ella muy blanca:
-era la mamá de simón, que si puedes salir con él para jugar un rato en el parque.