POR EL HOYO DEL ARFILER
Colombina de la Paz
Desde lo alto Ipiranka agudizaba sus antenas para escuchar las historias funestas de los amantes una y otra vez.
-¡Deja de correr!, no puedo alcanzarte - y corrió tan rápido que logró escapar
- amor, te amo, eres mi cielo, mi destello, pero no puedo estar contigo
- ¿qué pasa?
- me caso en una semana...
Cuando él entró en su vida sin vida sin permiso, al traspasar el umbral de su puerta derrumbó la casa. Armó una cama nueva, escribió un nuevo libro, hizo un espacio entre las sábanas y plantó un jacarandá.
Ella había dejado de respirar tras su partida hacía siete años, y al verlo nuevamente, volvieron a crecer flores en su pelo. se lanzó de uno de esos tallos con los ojos cerrados, recibió el calor, el aliento el vapor y un golpe que la hizo caer de bruces desde su cama nueva al piso.
- ...espera...¿por qué corres?
- tú sabes
- no
- todo esto ha sido muy bello, pero me voy
- ¿y?
- me voy, no podemos seguir
Una vez más, otra historia de príncipe y princeesa arrancada del libro de cuentos por el travieso destino. Ipiranka las veía pasar una tras otra, y cómo caían y se secaban sus consecuentes lágrimas.
- ¡ah, estas penas de los humanos! ¿para qué atar la libertad?
Ella las escuchaba y almacenaba en sus colores como un banco de datos psicodélico, sin buscar razonamientos.
- me voy
- me caso
- se acabó
- ya no te quiero
- dímelo a los ojos
- lo siento
- adiós
- ¡por favor!
- no me llames más
- esta es la última vez
- no puedo más
- me voy a morir...
¡Cómo adoraba su libertad!, era lo único que realmente amaba, y no concebía esta idea absurda de andar de a dos...
- ¡qué suerte tengo de ser mariposa! -pensó Ipiranka estirando sus alas, sin darse cuenta de que en ese momento los hábiles dedos de un niño las aprisionaban delicadamente.
- ¡ésta es la que me faltaba!
Ipiranka trató de moverse y recuperar su libertad amordazada por los dedos del pequeño, pero por más que forcecjeaba, no podía zafarse de su prisión.
- ¡ay, estos humanos!, no les basta con capturarse unos a otros...necesitan atar toda la belleza libre...
Y mientras chillaba pataleando en la mano del niño, éste atravesaba cuidadosamente un arfiler justo en la mitad de su cuerpo, arrancándole para siempre libertad y vida.
- ¡Ya está completa mi colección!, ésta es la más bella de todas, y qué fácil fue atraparla...fue como si no le gustara vivir...
Ipiranka, agónica, sollozó lamentándose de haber perdido su libertad escuchando las esclavitudes de otros, mientras la vida se le escapaba por el hoyo del arfiler. |