Mis padres habían tenido otra discusión como a veces solía ocurrir en casa, se podría decir que estaba acostumbrada, pero en el fondo no siempre decía lo que sentía, pues si salía en defensa de cualquiera de los dos o digiera una palabra no me escucharían y me mandarían a mi habitación como siempre.
Pero a decir verdad estaba harta, harta de todo lo que ocurría en esta casa a la cual se le llamaba “Hogar” que en mi opinión no era para nada un hogar.
Como mis padres me mandaron a mi habitación lo único que hice fue esperar a que se callaran; tan pronto como terminaron me tranquilice, pero había algo en mi interior que no me dejaba en paz, estaba bien claro que necesitaba desahogarme, decir lo que siento y lo principal, que me escuchen.
Sin nada más que decir, saque hoja y papel, no sabía que escribir, pero deje que mi mano se deslizara por la hoja...
“Querido Papá:
No sé si alguna vez me atreveré a darte está carta, pero si algún día llegas a leerla, quiero decirte que ya no aguanto tus peleas con mamá, no me interesa oír quien empezó y porque razón, lo único que quiero es dejar de oír gritos en la casa, y aunque les dijera como me siento, no creo que me entiendan, simplemente me dicen que me vaya a mi habitación como siempre. Entonces ¿Dónde quedan mis derechos? ¿No qué siempre me dicen que tengo libertad de opinión? Pues al parecer se olvidan de eso cuando están en sus problemas.
Sé muy bien que los adultos tienen problemas, no les pido que no los tengan, pero no lo demuestren todo el tiempo.
Nunca te lo he dicho, pero desde la primera vez que tú y mamá pelearon nunca han parado, y tampoco nunca les dije cuanto sufría al verlos así, peleando sin razón, el problema era que yo no sabia la razón de sus discusiones, pero cuando me enteré de la razón...debo confesarte que llegue a odiarte, te odie porque nunca pensé que fueras capaz de hacerle eso a mi mamá. Engañarla con otra mujer y para colmo tener un hijo con aquella estúpida y no solo llegue a odiarte, también la odie a ella, porque sabía que eras casado y aún así se involucro contigo. En ese momento lo único que quería era que te pasará algo, algo muy feo para que te castigaran por lo que hiciste, porque no solo la heriste a ella, a mí me heriste el alma y me decepcionaste de una manera muy cruel, nunca pensaste que yo era una niña, una niña de tan solo 7 años, muy pequeña para ver tales sucesos. Tal vez hoy en día no sea tan importante, pero para mí si que lo fue, fue como un shock del cual parece que hubiese despertado varios años después. También tu no te das cuenta porque nunca les digo nada, me siento muy distanciada de ustedes, siento como si mi familia se hubiese roto por completo y que no tuviese a nadie a mi lado, hasta incluso te he llegado a ver como un extraño que nos viene a visitar todos los días a nuestra casa, en muchas ocasiones quise llorar, llorar hasta más no poder, de toda la pena y de rabia que sentía, pero ahora me doy cuenta de que eso no vale la pena, las tristezas pueden lograr superarse con el tiempo si uno es fuerte.
Hubo momentos...cuando era una niña, en los cuales me hubiese gustado que me sacarás a la calle a jugar, estar con otros niños, pero casi nunca tenía tiempo para mí, tu trabajo y el hecho de que no vivías en casa, porque solamente venías por el día, también me hubiese encantado que me dieras un gran abrazo, en resumen, que hubieses tenido más tiempo para mí. Pero ahora ya no soy una niña, tengo 15 años y a veces me siento muy sola, tengo el amor de mi mamá, pero creo que no es suficiente, sé que me quieres, aunque solamente lo haya oído por mi mamá, pues solamente me lo demuestras en lo económico. ¡No! Yo...quisiera que me des un abrazo y que me dijeras que me quieres, que estás arrepentido de lo que hiciste en el pasado y de no haber tenido tiempo para mí. Suena muy egoísta, pero a veces cuando te veo jugando con mi hermanita, en el fondo llego a sentir envidia porque muy pocas veces jugaste conmigo cuando yo era una niña y no solamente eres tú quién me tiene descariñada, la mayoría de “la familia”. Esté último tiempo siento que los estoy dejando de querer, pues solamente los trato con respeto, el enterarme que se burlan de mí a mis espaldas me dio enojo.
Te lo dije antes, no sé si llegaré a darte está carta, pero si la lees algún día, espero que me entiendas, porque en todas las palabras que voy trazando va algo de mí, algo para que...pienso que para que aprendas a conocerme más, ya que estamos empezando a tratarnos como un par de extraños.
Yo ya te dije lo que siento y todo lo que sentí, ahora te toca a ti meditar.
Tu hija:
Hanna.”
Al terminar...no pude evitar derramar algunas lágrimas, casi nunca cuento mis cosas, recordarlas... para mí es como volver a experimentar el dolor, pero debo ser fuerte, nunca lograré nada si no lo soy.
De inmediato doble la hoja y la deje junto a otras para no perderla, ahora quiero empezar con la de mi mamá...
“Querida mamá:
Tal vez encuentres muy inusual que te escriba de está forma, pero es lo único que se me ocurre, pues como nunca me dejas hablar, no me queda más remedio que escribirte.
Sabes madre, a veces...cuando los veo discutir a ambos, me da tristeza, pero no la demuestro, siempre me callo lo que siento, por eso cuando lloro siento que me duele el pecho, porque me he acostumbrado a guardar lo que siento, por miedo...por miedo a ser lastimada.
Lo único que quiero decirte es que yo si sufro con todos los problemas que tienen ustedes dos, no siempre, pero cuando pasa, lo único que pienso en ese momento es poder volar como las aves y que el viento se lleve todas mis preocupaciones, poder contarle todo lo que siento a alguien y que esa persona me entienda, pero muchas veces me dijiste que los problemas de la casa no debo decirlos, pero ¿Has pensado que yo también quiero desahogarme?, perdón por lo que voy a decir, pero No, no te has detenido a pensar, puede que al principio te daba vergüenza, en ese momento yo también la sentía, sentía mucha vergüenza y pena cuando la gente me preguntaba sobre mi papá cuando pasaba en su moto junto a su otra mujer, muchas veces invente excusas, pero hubo momentos en que no aguante más y me encerré en mi misma.
Conociéndote como te conozco mamá, pienso que si lees está carta me dirás que no debo meterme en líos de adultos, pero simplemente te responderé que lo hago porque aunque no lo crean ustedes dos me importan...
Por favor mamá, lee cautelosamente y trata de no enojarte tanto por las locuras que hace mi padre.
Tu hija que te quiere:
Hanna.”
Me siento mucho mejor de haber dicho lo que siento. Al terminar la segunda carta, la guarde junto con la otra, no me atrevo a dárselas ahora, no con el ánimo que tienen, espero atreverme en el futuro, sé que lo haré, Dios está conmigo y estoy muy segura de que me está apoyando en este momento.
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