Conocía mis pensamientos antes del alba,
mis anhelos antes de la puesta de sol
mis miradas errantes, mi lagos, mis cerros, mis montañas, mis secretos más profundos, sabía más de mis constelaciones, que estrellas en el universo.
El hombre cuya voz bajaba montañas, su aroma bañaba el océano y.... ante mi mirada se ausentaba.
Esculpía mi cuerpo con la exactitud de las pirámides, pincelaba mi alma mejor que un bello Renoir.
Mil miradas lo envolvían, mil sombras en mil deseos , escondía.
Cada noche con una mirada diferente, fulgurantes hojas lamía, nunca dos noches tuvieron los mismos colores ni matices.
En cada mirada descubría una nueva forma de lunar, mirando en la distancia penetró mi ser y salió con mi alma.
El que dibujaba mis oscuros más claros que un Rembrandt, descubrió que mi cielo no era igual cuando lo cubre el sol , que cuando lo cubren las nubes, sus ojos navegaron en mi sed.
Conocía mi tierra y mi sol, mis deseos antes de tocarlos , el que tenía una mirada para cada noche y una noche para cada mirada.
Podía captar los colores del frío invierno igual que los del ardiente verano, como los movimientos de mi danza, seguir el vuelo de mis alas hasta dibujar en paredes blancas definidas lineas geométricas de una precisión igual que un templo azteca.
Fué su amor sin palabras y cada amanecer con mis velos cubiertos quedaba, hasta conocer su propia profundidad.
Disfrutaba de mi danza como velos que trae el desierto.
El hombre de las mil miradas, igual fueron mil anhelos, mil temores, mil movimientos impresos en mi piel, mil ovejas en redil, pero que no entendió el vuelo de la una mirada, al hueco abandonado cubrieron cristales.
Y..... .....él sigue ciego.//
P.D. El final de ésta narración permanece en la montaña.. |