Estoy viendo por la ventana, solo sombras, árboles moviendose por el viento, no hay canto de pájaros ni personas caminando. Busco más y encuentro la luna... de entre ella se asoma un rostro, una mano.
¿Que será? esa pregunta es lo único que pasa por mi mente; escucho una voz, dice mi nombre. No le encuentro explicación y decido dormir.
Entre sueños, las lágrimas corren; se que no pertenezco a este mundo vano, pero aún no existe ese "príncipe" que me rescate.
Mi respiración aumenta, algo sube por los pies de la cama; invade mi lecho, pero el miedo, la angustia no me deja abrir los ojos. Escucho mi nombre, siento paz y abro los ojos... un rostro sin rostro, ojos negros sin pupilas y una sonrisa seca.
Sus manos recorren mi cuerpo, frías, secas y largas, se detienen en mi pecho y al mismo tiempo me susurran al oído. La mano cruza mi piel, tocando mi corazón; mis ojos se desorbitan y doy un último suspiro.
Abro los ojos, mis ropas son otras y el mundo también. Es un bosque, en donde hay sombras ocultas entre los árboles; de repente lo veo, es quien estuvo conmigo... corre muy rápido y emprendo tras él.
Escucho voces familiares, diciendo "reacciona"; siento manos buscando en mis muñecas y oídos pegados a mi pecho, una señal de pulso. Él voltea y me dice que aún no es tiempo, que se equivoco...
Mis ojos derraman lágrimas gritando que la muerte ha concluido mi camino y mi destino y que me siento plena, llena, feliz... más no lo entiende.
La luz y el bosque se alejan, algo me jala hacia atrás.
Abro los ojos cubiertos de lágrimas, el rostro de mi madre y de mi padre, sus ojos observando los míos y sonriendo.
Me sacaron de mi fantasía hecha realidad, conocí a ese príncipe y ellos me lo robaron. Me han dejado vacía nuevamente, pero buscaré una manera de volver a estar en contacto, en contacto con mi muerte. |