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POEMAS DE PASO
Es natural que un poema como éste hable de la muerte,
sacrificando así todo hallazgo de quietud o paz conmigo mismo
o con el tembloroso yo de las noches realmente negras de tantas preguntas
mirando de reojo una constelación en llamas,
queriendo saber si ella envejece con nosotros
o si siente ternura ante nuestros atolondrados arranques de locura
cada vez que estamos lo suficientemente sobrios para emborracharnos
cada vez que el último minuto del sueño sale a nuestro encuentro
jalando el gatillo del despertador
cargado con secreta alevosía por manos inexpertas que tal vez nos pertenecen
o a las que tal vez pertenecemos.
Pequeñas muestras de coraje son los bostezos
y al mismo tiempo confesión forzada de que una cruz nos cargará sobre sus hombros.
Habrá que esconderse tal vez bajo la cama,
en lo más oscuro de un posible amanecer cercano a la tierra,
casi oyendo su latir y cerrar de ojos
supuestos anuncios de los pasos de la muerte
que se acerca a la hora en que el sueño ha sido burlado
y la parte real del sol casi nos toca,
retomando su corporeidad bajo los vértices del párpado,
caminando la muerte cada día más cansada de vivir,
arrastrando acompasada sus pies temprano
muy temprano,
porque siempre creemos que es antes de tiempo
aunque en el fondo estemos seguros de que ella nunca se equivoca.
*
Para escribir no hay motivos suficientes
esta noche
tan sola
y al tiempo
tan llena de sí
El amor nos ha recostado como fantasmas
entre una niebla de cera que no cree en la existencia de los muertos
regocijándose como una muchacha cualquiera
con su vestido nuevo frente al espejo invisible de su cuerpo
escuchando el jazz de los perros vagos y sus babas azules
amante de los finales tristes y abruptos
se me revuelve la misma luna en el estómago
demasiado despidiéndose,
demasiado tan pronto
para escribir que no hay motivos suficientes esta noche.
*
Una tecla de más y la melodía cambia,
caen los negativos de una sonrisa hechos trizas
y el disco gira prendido a mi globo ocular hasta el mareo y sus sustancias.
Alguien me acerca una bolsa de nylon para que las encierre,
lo hago y soplo y soplo hasta la inanición más patética
aplaudo la oportuna intervención de mis amigos y la bolsa revienta
esparciendo toda la humedad de mis secretos por el cuarto.
Alguien se tapa los ojos con la última hoja del otoño,
éstos caen y rebotan por el piso como dos bolitas de goma,
sin concursos ni sorteos.
*
Besos quietos
Inmóviles a la gravedad de todo silencio
El pasto se traga las huellas
y mis pies se abandonan a la orfandad de las respuestas
Las toallas suicidas cuelgan en el patio después de la lluvia
izadas como la bandera blanca de los derrotados de este mundo
poetas, locos y borrachos
Los techos de zinc pierden su verde su rojo su sustancia
dejando los ojos llenos de polvo y cenizas
anhelantes ante la aparición del deterioro
Es tarde ya para abrir las ventanas
y el aire sigue invisible para nosotros los mortales
porque mortal es la esperanza y la mujer desnuda de los cuadros
la carne propia sobre la mesa acusando pérdida de pulso
el vino agrio de temporadas pasadas, muertas
De perfil nos abrochamos los zapatos
cuidando no darle la espalda a los recuerdos o al amor
que siempre nos disparan a mansalva
Te entrego mis últimos poemas por debajo de la alfombra,
no los confundas con la suciedad acumulada,
éstos son recientes.
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Texto agregado el 15-07-2005, y leído por 143
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