Jueves, mojado y helado caminando sola bajo un paraguas, para vivirme, despertada por el frío, palpitando.
Oyendo la lluvia golpeando en las calles, en mis botas, el olor a pan caliente a lo lejos. Un auto en la esquina y yo saboreo ese frescor en el pecho y en la boca, esa línea de sabor a hierba fresca, la tierra húmeda... encontrándome, no para alguien, sólo para mí.
Y pensar, en todo, pensar en no pensar, recogerse y explotar. Sola conmigo, empapada y oscura como esta misma noche.
La rueda de una bicicleta marcada en el cemento, irrumpe en la perfecta línea recta de la acera. El chico con personal stereo que pasa por mi lado. La mujer sin paraguas, casi desapercibido, detalles, esos que siempre paso inadvertidos... imperceptibles.
Se acerca la casa, me acerco, traigo de vuelta mi mente a la realidad, respiro hondo y pienso en algo casual, normal, como el cuento de restaurant que debo escribir...
Entro.
¡Llegaste!
Sí, hace frío. |