Desde el momento que la vi, supe que no la perderia de vista por lo menos en dos semanas, llegue a soñar con ellas contadas veces. Muchas pero contadas. Todos fueron sueños horribles. Bueno, quizas no eran tan horribles. Ya, ya. Eran hermosos, pero el solo hecho de no poder hacerlos realidad al despertar los hacia horripilante. Al cabo de una semana ya no sabia si cuando despertaba comenzaba a vivir la pesadilla otra vez; y cuando se hacia de noche comenzaba otra vez a vivir. Mi cuerpo era una estrafalaria mezcolanza entre cenicienta y dracula. Tenia hasta las siete de la mañana para alimentarme de la sangre vertida en mis sueños. Sangre de tu corazon, de tu alma... y de la mia por supuesto, para luego poder sobrevivir dias enteros. Se hacia peor cuando me quedaba viendo el tele hasta tarde y despues soñaba cualquier huevadal. Que el accidente, que los fantasmas, que el chacal de Paso Hondo, que se yo.
Volvi a tener nocion del tiempo cuando una mañana note que me intoxicaba con la sangre que bebia. Era extraño.Por las noches soñaba y despertaba con la solapa de la pijama ensangrentada levemente, al igual que las mangas. Me dio tanto miedo que me hice adicto al cafe.
Asi pasaron los catorce dias correspondientes. Lo unico real del tiempo pasado fue que no se me olvidaba el asuntillo este de la mujer. Asi que no tuve mas remedio que pasar una noche mas, una noche desiciva sin dormir; y decidir si seguiria viviendo como un vampiro el resto de mis dias, o le daria el corte respectivo a la situacion. En eso mis pies funcionarion automaticamente en la orden "caminar hasta la cafeteria", tan usada en estos tiempos; y asi como jugando me vi sentado tomando cafe con amaretto del porte de un shop de litro ya, junto a un wurlitzer que tocaba "escalera al suelo", de niño simboloh!.
Senti, entonces y por ultima vez en siglos, un cosquilleo. Un hombro toco mi hombro, e hizo caer mi cafe. Justo cuando me iba abalanzando al susodicho, en este caso susodicha, me di cuenta que era ella. Esta era el cuadro plastico. Yo una silla un cafe y una muchacha con el pelo tomado por un pañuelo que hacia las veces de cintillo, una expansion en cada oreja, ni pequeña ni grande, del tamaño preciso; una hermosa falda cuadrille roja color sangre y verde como el musgo. y una camiseta como las que usaba cuando iba al gimnasio. Con ojos negros como el azabache, y una sonrisa ladeada, de esas que la gente pone cuando cree haberte visto en alguna parte. Y me maravillaba verla entre esos dos ojos carboniferos que me volvian locos. Intento hablarme, pero la hice callar con mis palabras que sonaban en el estereo de mi corazon mas fuerte, desvaneciendome en sonrisas, sudores y disculpas.
El resto no lo contare, pues es lo fome y lo cliche de cada vez que encuentras a alguien en una cafeteria despues de dos semanas craneandote si sera realmente la persona indicada. Quizas no lo sea, pero, que diablos, nadie es perfecto para nada, ni si quiera yo que pretendo serlo al compas de la maquina de escribir. Confieso que no he dejado el habito de tomar cafe desde aquel dia, como tampoco he dejado el habito de estar con ella desde ese dia. Ahora juntos vamos a la cafeteria de dia; y de noche dormimos. Ella feliz acurrucada a mi de espalda a mi vientre, yo con mi diente hincado en su garganta, a veces en su mano, para no olvidar jamas esas dos semanas. Por las mañanas ella siempre se queja de lo mismo, de las marcas que dejo en su cuello con mis colmillos. |