Has escrito en mi piel tus besos y los “te quiero” que antes había rechazado al cerrar mis ojos ante el mundo para ser fiel y extasiarme con las caricias que vivían de mi boca en los de otro; aun así...me culparon de no serlo. Ahora que él se ha marchado, hemos quemado nuestros deseos de tenernos sin ser aun de nosotros, te he invadido de incertidumbre y esperanzas efímeras…de memorias aun vivas…latentes.

Tus dedos han recorrido cada poro de mi cuerpo, tu lengua ha humedecido mis no ganas de estar contigo sin limitaciones. Misógino maestro de la seducción, has atrapado un poco de mi intimidad dejando tu huella impresa en mis labios, dejando este ardor de recuerdos. Tus pupilas han reflejado que valgo el instante en que acepte este pecado contigo.

Tengo aun en mi cuerpo los golpes que de tus manos me han regalado, ocasionando esta rebelde hinchazón de remordimientos, desprendo la costra de mi culpa para supurar la mala sangre que has inyectado…un veneno de ilusoria pasión.

Me he rascado constantemente con la esperanza de arrancar cada trozo de tu piel pegada a la mía, he bañado mi mente de agua sinceridad mezclada con arrepentimiento, de aceptar el error, para verte ir por la alcantarilla al enjabonarme…olvidarte. Mas no logro conseguirlo aun cuantas veces me he duchado, sigues aquí, me eh escondido tras una silueta fría, cruel que he mostrado para que te marches y no regreses…no quiero más falsedades en mi vida, no se fingir amor…no existe en mí, no sé jugar a las mentiras.

Es quizá, que este escozor me ha invadido…te respiro, huelo y siento a cada tic-tac de mi reloj…ruego por que termine pronto…por que te vayas…entre más me deseas menos te quiero aquí.

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