De imprevisto un demonio rodeo mi corazón, pues sentí abatir el coraje con decepción y mostrar coraje por ver los ojos de tal paraje, sin este que borroso de placer se enlaguna por saber y de tener miedo de a la ciudad regresar.

Chicha y mas chicha que estoy contemplando lo que hombre ó humano ha detallado y es que en el testaccio de los andes hay un ser que responde dudas.
Como no pregunte solo supe entender, apenas sobre acoger y desechar un telar que de cuestiones en el testaccio ocurrió y que de sentimientos me lleno.

Ah pues, no entender dijo mi alma.
Sosegada de pensar ella se acongojaba y triste se hincaba, conocer deseaba pero su entender le obviaba.
De atributos se lleno el corazón de este ser que sin prelimitar y de tanto enviar me haría de eliminar.


Un fuerte sonido invadió mi alma y mi sosiego era tremendo en el solsticio de los andes, dulces guitarras y tristes flautas y unos pocos tambores.
De auroras se colmo mi pensamiento y con tratar de ver lo que este me dijo, yo hasta ahora apenas lo he entendido y el fin de principios.

Bien luz pues llena mi gozo y corazón de dichoso sabor a ayer cuando trataba de olvidar mi pesar trascendiendo en medio de mi dolor, que acá arriba en hermoso paraje olvidé.

Principios y finales abarcan mi amor en la cúspide del testaccio.
De amores y pensadores este sitio evoca y sin revocación alguna tiende a impedir que los demás digan que de sentir se trata pensando en que algún día otros verán de majestuosidad vestido de corazones ablandados en el testaccio.
Quien será testigo así como ahora mi querido amigo que sanaste en mi un desierto que creé y que sin penas acepte.

Hay de aquellos que te ignoran pues que del sol tienta pequeño estado del testaccio, ven aquí y enseña de ti tu sabiduría sobre todos estos tus menores que sin modestia a ti traen sus dolores.
Muestra caminos y endulza sentidos, abate sobre la ciudad que de más dolor ella nos da.

“Lo que me pasó en el testaccio, solo me pasó a mi, ¿Pero a ti que te ha de pasar?”