VII
En este mes que casi termina y el otro que se me quedó a medias, nunca perdí la esperanza de poder estar contigo en algún lugar perdido del paisaje. Ya no quisiera escribirte, para qué, tal vez debiera dibujarte, enviarte pinturas y collages, trazos de colores, hojas secas, rumores de viento, cantos de pájaros azules, aromas de magnolias, una cantata de Bach, tal vez mi satisfacción de esta mañana al pasar la meta, mi determinación de ya no sufrir por tu silencio , tu ausencia, tus constantes: -“háblame mañana, el jueves, el miércoles”- y saber que es en vano porque no estarás para mi. Ya no quisiera hablarte, en verdad, pero siempre aspiro a que de pronto, esperando otro telefonema respondas y escuche tu voz y esas palabras que creo a veces quisieras cumplir: -“nos vemos este viernes”- Y en verdad que quisiera verte, estar nuevamente entre tus brazos, sentir tu lengua deslizándose entre mis senos hasta llegar a mi pubis y apuñalarlo, atropellar mi cuerpo con tu deseo. Pero eres casi invisible para mi y entonces invento una sonrisa para que te bambolees en ella, entre mis labios tú, tumbado y sereno, casi dormido, mi voz sujetándote, la lluvia fuera, la noche atrapando a los mendigos del amor, el frío dejando desiertas las calles. Bien recuerdo el día que después del amor te quedaste dormido en mis brazos, fue tan hermoso, inolvidable, y yo, desbordada en lágrimas zurcí las grietas de las dudas mas la vida cambia de colores, huye como ángel envuelto en el efluvio del viento como tu amor huye entre campanas de cristal de nieve al arribo de la primavera.
Y sin embargo te escribo porque no responderás a mis llamadas, porque no puedo estar ahí, a tu lado, susurrándote, lamiendo el lóbulo de la oreja, cantándote una canción de Lucio Dalla “apriti cuore”, sí, el italiano es una lengua para enamorados y también me gusta Luciano Pavarotti, y Emma Shaplin mientras enjabono mi cuerpo y te pienso, esperando por ti. O no, ya no espero nada, estoy triste, no puedo ocultarlo y mañana me iré en busca de otro lugar, uno donde el amor pueda brotar en el tembloroso resplandor de mi alma. Y llegará el año nuevo y tú seguirás lejos de mi, tan lejos como la lotería de mis bolsillos. Tal vez deba comprender que tu afecto por mi se marchitó como este año que está a punto de pasar a la historia.
Creo que hoy debe terminar la espera y volver los ojos. Los días pasan, el jilguero canta, las manzanas amarillean sobre la mesa de la cocina, el reloj no para y amarte sin ser correspondida me tiene en la oscuridad. Ahora quiero vivir, seguir viviendo. Encontrar la luz bajo el puente de las sombras.
Te recuerdo a diario y puedo estar horas contándote...¿qué? la semana se acaba y también estoy feliz por que estoy así, allí y aquí, hablándote como amantes sin amor, como amigos sin vernos el rostro, como fantasmas que sí o que no. Y abrazar la almohada, dormir con el silencio, hacer callar a la piel que se rebela y llorar a veces porque sería tan bello mirarnos a los ojos, o dentro, o comernos bocado a bocado, antropófagos enamorados, hambrientos en esta lejanía que tú me has impuesto, que da y que quita y ¿qué cuerda medirá esta distancia, este no saber sí algún día?, si quizá, si acaso...
Y no quería escribirte, ya no quiero sentirme indigna. Reina de las profundidades de la tierra. Hoy mejor quiero pintarte mi ánimo, las gotas de pintura del corazón de una mujer que ve detrás de lo que ve, pinceladas en este cuadro incompleto, notas saltando sobre el lienzo blanco de la niebla, como en una película antigua, en blanco y negro, muda. Aunque, mejor cantemos mi amor, cantemos ahora que aún tenemos voz, porque amarnos, ya no creo que pueda volver a suceder. Me tienes en el rincón mas alejado de tus afectos y creo que hoy lo acepté
Y quedan veinte minutos para que acabe el día.
Te envío, también, el cementerio donde reposan todos los besos.
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