Existió un barco de piedra el cual su mar era un bosque que lo rodeaba, el barco servia de hogar a un hombre que creía que navegaba hacia una montaña, a la cual nunca se acercaba por la incompatibilidad fisica de ambos de la roca y la vegetacion, el hombre se preocupaba porque la montaña parecía que se acercaba cada días mas, pero lo que mas temía era que llegara una tormenta y lo hiciera chocar y perder la vida en tan cruento percance, vestido con algunas prendas de color café y una plumas de ave, largas y coloridas el hombre observaba el cielo como temiendo y pidiendo una respuesta… y la respuesta llego, el cielo antes calmado y azul se torno negro y áspero en sus dibujos de nube, con miedo decidió enfrentar a la tormenta, años luchando por no imaginarla, y ese día había llegado.
Pero sucedió algo, la tormenta era fuerte y oscura, pero el viento lo acariciaba y le decía palabras dulces, casi podía probarlas, la tormenta lo poseyó, lo envolvió y cuando cegado estaba por la sensación, de el vientre mismo de la tormenta emergió un rayo que atino sobre el hombre el cual cayo fulminado en un instante.
El hombre no murió, pero cuando despertó ya no estaba en el barco, ahora estaba en la suave falda de la montaña, miro hacia el suelo y vio sus propias huellas, el solo había abandonado la estructura de piedra con apariencia de navío, y este parecía tan lejano que lo empezó a odiar, ahora la montaña era su hogar, el precio por vivir ahí no era enfrentar a la tormenta sino entenderla, escucharla y disfrutarla.
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