Las encías sangrantes y yo otra vez con sed, con aquél calor sofocante que derrama caricias en mi piel.
Velas regadas en el aire, besos regados de pasión, mis ojos se atreven a mirarme cáliz de locura sin razón.
La sábana sucia camina sobre mi piel, la uña rota se mezcla entre ahogados gemidos de verdes uvas dispuestas en el cesto de tus manos.
Aretes perdidos en la imaginación atormentada de sueños polvorientos, y el agua que limpia el inodoro nos ha escuchado, se lleva los secretos publicados en las miradas y alientos.
Mi cabello nido de locura fugada a través de las botellas de cerveza, tus lágrimas corriendo en paredes floreadas, escondiéndose al son de tu cabeza.
Esteban, Lipa, Arturo, Chahua... y los demás cuchichean entre palpitantes fluidos: espejos que se inventan y desaparecen al abrir los ojos de deseos perdidos.
Hay que fumar ese puro prohibido, tragarnos la ceniza, beber el café que cachondo me incita, me evade, me encela.
Quiero conocerte una y siete mil veces siete, proponerte locuras, desventuras, desamor, sin razón, corazón untado de mantequilla, manos temblorosas y posibilidades... posibilidades...
“yahuitl chicome”
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