El tesoro de mi niña
Suspicacia fortuita que torna en picardía
La deliciosa sonrisa de mi niña
Mientras mi frente arrugada por la vida
Se arruga mucho más ante la brisa
Generada por sus locas correrías
En el jardín trasero de la casa

Plenitud de vida en la multitud de mis días
Que plétora rebosa en clara sinfonía
De gritos, risas y sana algarabía
Iluminándome en mi ocaso

Corre mi niña por los amplios jardines
Ocultando entre sus manos divino tesoro
“Adivina lo que escondo” me grita y se me acerca
iluminándome con el pozo profundo de sus ojos
sus manitas límpidas y que emanan la fragancia
de miles de aromas donde esconde ese tesoro
que alegra su vida al mostrarse mi ignorancia
se crispan fuerte sobre el objeto ignoto

al abrir sus manitas no se observa nada
¡se ha escapado! le digo divertido
¡no papito, lo que aquí traía eran tus besos
pero no se escaparon, me los he comido!

Vuelve su carrera loca por el patio
remolineando entre brinquitos y agazapo
atrapando en el vuelo finas fantasías
y enloqueciendo a todos con su algarabía
los sueños de mi niña y su infantil locura
han trocado mi madurez en alegría.