He leído tantos cuentos fatídicos acerca de la soledad y sus consecuencias de tenerla como invitada y a veces hasta amiga, pero supongo que ello, como todo, tiene algo bueno. La soledad me da paz, quietud y siempre permanece en ese mismo lugar, en mi cuarto, observando todo con sus grandes ojos negros. Es la única que me recibe, aguanta cada lágrima que quiere tocar el suelo y cada suspiro ahogado de mi vida, cosa que muchos humanos han rehusado a aceptar, a aceptarme. Lástima que la soledad ya no se encuentra, escondí su cadáver bajo mi cama mientras busco un lugar donde enterrar su cuerpo. Quien iba a pensar que mi perro moriría de tal forma, bajo las ruedas de una gran carreta de frutas. Era la única que me recibía y parecía estar feliz de verme llegar…