Estaba preparado hasta último detalle. Tantos meses de quebraderos de cabeza para que todo estuviese en el sitio, para que se cumpliera uno de los días más importantes de su vida, como tenían pensado.
227 invitados, las familias de los novios estaban compensadas en número para no despertar recelos, las señoras parecían enormes paquetes de regalo con colores chillones y llenos de gasas y lazos, los hombres daban el contraste en su homogeneidad, trajes oscuros, grises marengo y perla, azules marino y algún smoking. Niños corriendo entre las piernas de tíos, primos o abuelos que se daban la mano sonriendo. Espontáneamente se formaban corrillos de mujeres, corrillos de hombres en conversaciones amenas que hilaban los momentos preparados; la llegada de la novia a la iglesia, la espera del novio en el altar, el discurso del cura en toda regla y un sueñecito del tío abuelo que no pudo aguantar. El sí, los anillos, la lluvia de arroz, los amigos del novio no defraudaron y pusieron el toque gamberro llenando el coche nupcial de preservativos inflados. Cocktail en el restaurante, todos muertos de hambre disimulando el robo de canapés, carpaccio de bogavante, sorbete de limón muy bueno, pero no tanto el pato a la naranja que estaba un poco duro, los postres, corte de tarta con espada, brindis de cava, café, copa y puro. Una larga espera para iniciar el baile porque la novia está en el baño, el novio se incomoda por la tardanza y recela cuando tampoco ve a su mejor amigo. Le costó disimular su tensión cuando reaparecieron casi a la vez. Abren el baile con un vals, barra libre, un paso doble, los mayores invaden la pista y giran como peonzas, orquesta compuesta por bajo, órgano y el guitarra es el vocalista, todos cincuentones, todos con camisa estampada y todos calvos, el guitarra-vocalista con coleta. El novio baila sonriendo, pero se le nota cierta desgana... No supo que su mejor amigo se había hecho una raya de coca, mientras que la novia intentaba limpiar una mancha de vino del traje que les había costado casi 6.000€. El compromiso sólo existe en el país del deseo, y los celos flotan en el aire, dejándose atrapar por el que juega con un cazamariposas.
|