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Inicio / Cuenteros Locales / murdark_000 / la oscuridad de Vladimir, el vampiro. parte II

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SEGUNDA PARTE.

Pasaron solamente dos semanas, cada día Douglas era más amargado, hiriente y despiadado como cualquier demonio, me hería y gozaba con ello, le gustaba verme humillado ante él. Le gustaba todo mi dolor, porque eso le causaba placer, sentirse superior a mí, verme cómo me atravesaban sus ironías, sus burlas y su patética forma de actuar ante la demás gente. Sólo me tocó hacer una cosa, alejarlo de mi vida para siempre y eso significaría mi soledad, mi peor temor.
Entré a su habitación, furioso, harto de todo, intenté no pensar en nada, él estaba tocando el piano en la terraza, pero vio mis arrebatos y partió echo furia hacia mí, era el final de nosotros.
- ¡Loco! ¡demente! ¿Qué diablos haces con mis cosas?
- Te vas, así de simple. Asentí con un tono tan fuerte y vibrante que un vaso cayó al suelo partiéndose en mil añicos.
Todo ocurría tan rápido, todo fue tan súbito, que ni siquiera sentí el menor síntoma de dolor dentro de mí. Douglas se iba y esta vez para siempre, y no se iba por su cuenta sino porque yo mismo lo echaba a la calle sin importarme absolutamente nada.
Recogió sus cosas sin prisa alguna mientras hablaba entre dientes con palabras ininteligibles:
- te arrepentirás, tú y tu estúpida conciencia.
No dejé soltar lágrima alguna, aunque me comportaba lo más frío posible con él, Douglas se daba cuenta que estaba fingiendo, él sabía que cuando se iría me sentiría tan solo y desdichado, y que lloraría mares cuando vislumbrara su partida.
- si me voy tú morirás amor mío. Asentía Douglas con una sonrisa irónica, pero a la vez hermosa, tan hermosa que me dejó confuso y perplejo al verlo frente a mí, con sus cosas hechas. Luego musitó:
- ¿Y mi ataúd? ¿Crees que te dejaré mi precioso ataúd?
- Te lo llevas y punto, no se cómo, pero no quiero nada de ti, no quiero nada que me recuerde a ti.
Se iba, era una locura, se iba sin hacer queja alguna, eso me asombró aún más. ¿Acaso tenía pensado algo?
Sus últimas palabras, fueron lo más cruel que pude escuchar, palabras que me atravesaron como un cuchillo el alma, me destrozaron el corazón.
- Pues puedes irte al infierno, estúpido, eso es lo que eres, como voy a querer algo tan inútil como tú, que se mantenía a costas de mi fortuna, que me robó la vida, mi juventud, para luego echarme como un perro a la calle, nunca te quise Vladimir, nunca, y no me importa lo que sea de tu vida, sólo estaba contigo porque no conocía más vampiros como nosotros. Te odio Vladimir, te odio y sería capaz de matarte ahora mismo bajo tu lecho sin que pronuncies palabra alguna, pero no te mataré, porque causas lástima.
Cerró la puerta tan fuerte, que llevé mis manos a la cabeza, me arrodillé en el piso y lloré hasta que toda mi ropa quedó bañada en sangre.
Se me venían recuerdos de cuando era un mortal, decía ser tan infeliz cuando era todo lo contrario.
Todo pareció derrumbarse por un momento. Todo pareció quebrajarse…




Texto agregado el 13-07-2005, y leído por 145 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-08-2005 Es cierto; ¡quien no llena su mundo de fantas se queda solo! Nos necesitamos tanto unos a otros, y en este mundo tan lleno de gente estamos tan solos. Buena historia. Yuridia
 
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