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Ella salía de un almacén cuando la miró por vez primera... rectifico: cuando sus ojos captaron aquella imagen por primera vez. Ella era... alta, aunque no demasiado; era delgada, sí, bastante, pero sus formas femeninas estaban muy bien equilibradas, era de esas mujeres que uhmmm... de esas que tan sólo mirarlas despiertan cosquilleos; de cabello corto, muy corto, tanto como su falda que contrastaba con sus piernas largas; adusto rostro, pero de sonrisa pronta para responder a un galanteo, yo diría que de rostro enigmático. Unos 30, tal vez 33, pero no llegaba a 35, bueno, como fuera eran muchos para los 17 de él.
--¿Es ella? --preguntó.
y su esencia le respondió.
--Sin duda, es ella, no puede haber dos mujeres tan perfectas, sí, ella es nuestra hembra.
Y es que ambos sabían que siempre la compartirían, así lo habían aceptado tiempo atrás.
--Bueno, pues no la encontramos para dejarla perder --añadió su interlocutor --así que manos a la obra...
--Pe... pero ¿y si no fuera ella?
--¡Vámos! sabes que no nos equivocamos, no finjas dudas, mira que se pierde entre la gente...
Para entonces, ella caminaba por la acera con gran majeza; peatones de contrasentido trataban de evitarla al tiempo que la admiraban, más de uno volvía el rostro para lanzar licenciosas miradas. Los que no lo hacían iban acompañados, así era ella.
En pocos instantes y no sin sortear uno que otro obstáculo, él se vio entre la muchedumbre de la acera, esquivaba a uno, a otro, pero era lento su avanzar, era como nadar contra la corriente en turbulento río, era... fue cuando lo comprendió, era tan diferente a él; la miró alejarse, descubrió que las broncas aguas que a él lo frenaban se abrían para permitir el paso de ella y luego cerraban de sopetón.
--¡Fíjate chamaco! --reclamaba un grandulón con cuerpo de foca al tiempo que le asestaba violento empellón con un hombro.
Detuvo su marcha, pero ahí estaba su esencia para no dejarlo abandonar la batalla.
--¡Vámos! o qué ¿te vas a acobardar en este momento? tanto esperar, tanto buscarla y ahora pretendes permitir que se vaya. Sólo que... no me digas, no, no lo creo ¿o sí? ¿no le tendrás miedo, verdad?
--Basta ¡basta ya! --comenzaba a impacientarse --que se vaya, que al fin no es ella, no pienso seguir porque estoy persiguiendo a quien no es...
--Pero, qué me dices ¡mira que decirme a mí que estoy equivocado, que no podría reconocerla! ¿y tú cómo sabrías que estoy equivocado? ¿Acaso has pasado una noche con ella, una tarde o una mañana entera? Dime, ¿sabes tú a qué saben sus besos como yo lo sé? No, claro que no, pero me vienes a contradecir. ¿Alguna vez has sentido el resoplido de su aliento agitado sobre tu rostro al hacer el amor? Claro que no, no y no, todas tus respuestas son no, pero yo sí, sí y sí, porque yo sí la he llevado al éxtasis ¿y tú me vienes a decir que no sé lo que estoy diciendo?
Atónito, más convencido de la arenga que de sus dudas, atisbó entre la muchedumbre, que ya era más, para buscarla, pero ya era tarde, ella se había marchado, se había perdido entre la gente, entre estrechas callejuelas del pintoresco pueblecillo.
--Se fue --dijo balbuceante.
--Claro que se fue y la culpa es tuya, la dejaste ir por cobardía; reconoce que el miedo te venció, preferiste dejarla escapar antes que enfrentarla... pero, allá tú, después de todo yo la seguiré haciendo mía, de día o de noche seguirá siendo mía, pero tú... tú nunca conocerá a qué saben sus labios pletóricos de excitación, jamás la sentirás vibrar entre tus brazos , jamás...
Prefirió callar cuando advirtió sus ojos humedecidos. Él sabía que era ella y que la había perdido para siempre.
Esa noche lloró y lamentó su cobardía mientras su esencia cruzaba un mar de pasión y delirio entrelazado en los brazos de ella.
Cancún, México.
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Texto agregado el 15-09-2003, y leído por 618
visitantes. (11 votos)
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Lectores Opinan |
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19-10-2009 |
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la razón y el corazón en pugna eterna. Nada qué decir kits |
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11-09-2009 |
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Interesante texto, en el contexto de la juventud, el hombre se debate entre el deseo sensual (la esencia) y el interés razonado. La propuesta es muy buena, la esencia sensual del muchacho seguirá poseyendo mentalmente a “su mujer”, mientras que el interés razonado “sabe” que aunque aquella beldad es su mujer ideal, le resulta inalcanzable. Y no, no me parece cobardía del jovenzuelo, aquí parafraseó a alguien: Perdió por realista, lo que no pudo alcanzar como hombre. Interesante y aleccionador texto, que por si mismo justifica todas las estrellas.*****Afectuosos saludos. sagitarion |
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24-01-2008 |
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Buen cuento. Ese personaje que se desdobla en dudas, es el reflejo al que muchos nos sometemos cuando de amor se trata....A veces lo dejamos escapar. Saludos y ***** adriana73 |
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17-09-2007 |
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A veces pasa, que por cobardia dejamos ir el amor, tu cuento es muy bueno, por momentos te puedes sentir en la piel del chico, su disputa interna, sus ganas de seguirla y su miedo a en cuanto abra la boca, no todo valla como deberia.
5 * anki_injoy |
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23-08-2007 |
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uy caramba es un trabajo notable donde intuyo que no eran dos si no uno solo con el conflicto que genera el miedo a ir por la felicidad...genial luzyalegria |
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23-12-2006 |
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Me encantó!! Ahora sí, ¿ficción o realidad?... jejeje es que soy muy curiosa!! Precioso escrito, como de costumbre, te mantiene espectante desde el principio. ¿No hay una segunda parte dónde la encuentre por fin? Jejeje!! Todas mis estrellas para ti y un besazo también! ennag |
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15-07-2006 |
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Simplemente atrapador.Bueno como todos los escritos que te he leído.Con pasión y dulzura, esa mezcla tan maravillosa.*****
Besos Victoria 6236013 |
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03-02-2005 |
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Pasional y arrebatador, felicidades.
He detectado algún que otro problema con los signos de puntuación., Ahí va un buen lugar donde aprender a corregirlos: http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/tecni/guiones.htm
Saludos y felicidades por el cuento.
shaitan |
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03-10-2004 |
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Felicitaciones, me gustó. Te puedo ayudar con lo siguiente, al escribir en word, el guión largo para los diálogos haz lo siguiente : Mantienes apretado Alt y tecleas 0151 al soltar Alt te aparecerá el — jorval |
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03-03-2004 |
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Tiene el hilo tenso en todo el relato. Bien. Creí que iba a ocurrir como en una película, mejicana o que sucede en Méjico, donde los dos muchachos aman a la misma chica, y a través de ella, terminan amándose entre ellos. Estaba muy bien hecha. Aquí me parece que no lo alcanzaron, pero por ahí iban... Un fuerte abrazo. albertoccarles |
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03-01-2004 |
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Buenísimo, pero me surge una duda: Si, de echo era ella la mujer para él, necesariamente significa por transferencia o implicancia que él era el hombre para ella? Te pregunto porque a mi por lo general me vence también el miedo de ver una mujer así. Y es el miedo al rechazo, pero si ella es la mujer para el, él ha de ser el hombre para ella, pero te aseguro que al menos por apariencia, hay muchas mujeres que todos deseamos, y han de haber mucho hombres que todas desean, lo que nos dejaría (a los no tan pintosos) fuera del juego, y asombrosamente, a veces uno engancha con esas ellas tan apeteciadas, las "ellas" de tantos... Bueno, buena forma de poner sobre el tapete esta reflexión, tal vez con la próxima "ella" que se me cruce me animo a demostrar que tengo pelotas. Saludos. dejavuz |
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20-10-2003 |
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Precioso, como todo lo que escribes. margarita-zamudio |
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15-09-2003 |
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BUENA NARRACION. UN SALUDO TERESA |
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