Felipe no quería ir a esa fiesta, pero como no tenía algo mejor que hacer, de mala gana, decidió ir. Lo invitó personalmente ella, Francisca, su “amor platónico”. La niña que, de alguna forma u otra, todos fantaseamos con ella alguna vez.
El caso de Felipe, era particularmente normal. No se atrevía a decírselo directamente, pero todos, incluso ella, ya lo sabían. Lo raro está en que realmente no sabía por qué lo invitó. Es decir ¿Por qué, justo a él y no a otro, lo invitó personalmente? y recalcó el "personalmente" porque fue motivo de burlas por sus amigos. ¡Pendejos! exclamó mientras meditaba. Decidió caminar para olvidar el porqué de su viaje. Pero pronto volverían las conjeturas.. ¿Qué hacer? ¿Volver a su casa o seguir caminando? Metió su mano al bolsillo... Le quedaban unos $6oo... ¿Qué querrá de mí? A lo mejor, como lo sabe, seguro quiere algo conmigo, ja ja ja. Rio mientras fantaseó su pensamiento. Pero le quedó dando vueltas en su cabeza... Uhm... ¿Pero si fuese verdad? Y se echó a reír con más ganas. Muerto de la risa, decidió seguir, como tratando de no creer lo que deseaba. Caminó derecho y a duras penas. Casi al llegar, intentó hacer el último uso de razón. Fue inútil. Estaba nervioso, se sentía estúpido y aún no paraba de reír. necesitaba calmarse. Ya lo sé. Dijo un poco abrumado, acelerado y feliz. Cerca del lugar había una botillería. Compró una botella de cerveza argentina y se sentó a bebérsela. Gastó el dinero para volver a casa. ¿Volver? de todas formas ya no había marcha atrás ni dudas. Se levantó un poco mareado. sólo un poquito (para este hombre una botella era nada. je) y se encaminó nuevamente. Su nerviosismo había desaparecido, al igual que su risa. Una seriedad, poco común en él, lo dominaba aunque todavía se sentía estúpido.
Finalmente logró llegar hasta la casa pero inexplicablemente no había música y sólo había una luz encendida. Le pareció extraño... ¡Maldita cerveza! hizo que me confudiera... Un momento... Se cercioró de que era efectivamente el destino que andaba buscando. Si, si era. Es inconfundible. Podía estar mareado, ebrio o en delirium tremens, pero esa casa, para él, era inextrañable. Decidido, por lo que quedaba de cerveza, tocó el timbre y esperó serenamente una explicación. Grande fue su sorpresa al ver quien abría la puerta: Francisca. Ella, con un solo gesto lo invitó a pasar. Él, hipnotizado, entró un poco tambaleante a su puerta. Le iba a decir algo, un hola talvez, pero ella lo evitó tapando su boca con sus dedos. Le tomó la mano y lo condujo hacia adentro. Felipe pudo darse cuenta que estaban solos y eso significaba algo... Es decir ¿Su sueño se hizo realidad o era una broma de mal gusto? Mientras pensaba, recordó que nadie estaría allí para ayudarlo y alcanzó a percibir la sensación de su corazón acelerandose y acalorando sus deseos más íntimos. Pero en realidad era otra cosa: El efecto de la cerveza estaba, por fín, decayendo. Francisca entró a una pieza (daba la impresión de que fuera suya), encendió la luz y lo jaló hacia adentro. Conmocionado, Felipe no sabía que pensar de todo esto. Ella lo miró fijamente. Él se sintió amenazado, acorrallado; Impotente. Trató de unir unas frases para darle un poco más de sentido al cuadro que lo tenía a él como protagonista, pero ella disparó primero:-Ya lo sé. Dijo secamente y procedió a acercarse más de lo permitido. A esas alturas el pantalón de Felipe ya no daba más y decidió aceptar que esto "ya no era joda". La tomó en la oquedad de su cintura para morir completamente en su mirada de luna ardiente. El mundo se detiene. Sus labios están próximos a unirse cuando de pronto... El despertador suena a las 6:30 am y Felipe despierta como cualquier lunes para levantarse, ir al liceo y lamentarse de que haya sido sólo un sueño...
-Dedicado a Felipe Soto (metalxitano)-
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