Caminaba descalzo preguntandome lo de siempre,
sobre aquello que no puedo nombrar, solo recordar.
Era tarde, lo recuerdo, de verdad que lo recuerdo.

Era de noche como siempre,
hacia frío como siempre.

Mi cabeza estaba poseída por los filos de Piazzola
que habrían llagas en las certezas.
Aquellas que habia conquistado,
las mismas que aprestaban a fugarse.

Recuerdo las miradas que cruzaban mis ventanas,
tan llenas de mala poesía como estas frases,
tan absolutas y muertas como todo,
tan humanas que dios se olvido de ellas.

Me cruzé con alguien que había traicionado
y le regale una sonrrisa. Me miró.

Recuerdo que ya era tarde, estaba cansado, tenía hambre, tenía sed.
Así que me fui a casa de ella,
pero ella no estaba.
Se había embarcado en un recuerdo
que en el mar se hundió.

Recuerdo tantas cosas. ¿Te acordarás de mi?