En noches de plenilunio con la luna preñada de ilusiones, mientras los acordeones entonan bellas melodías en serenatas, veo pasar al poeta con sus versos vueltos canciones, alegrando al viento.

Veo pasar nostalgias, alegrías y recuerdos
de amigos que ya partieron.

Veo luciérnagas titilantes en el cielo apagar su luz,
mientras espero la madrugada, en aquellos lugares
donde mi infancia se paseó buscando vagos
recuerdos.

Busco a la de los ojos negros, a la que en su adolescencia me dibujó entre sus sueños,
busco su primer beso plasmado en las páginas
de mi cuaderno, hoy amarillas por el tiempo.

Busco esas flores de cañahuate inmortalizadas
entre mis libros de primaria, con su amarillo ocre
y aroma a tierra mojada.

Busco el viejo almendro y su sombra, para aminorar
la canícula de la tarde.

Entonces al cerrar los ojos,
la veo vestida de colegiala con su pelo de calaguala enredado en su cara al antojo de la suave brisa
de la tarde, y la alegría corriendo tras su sombra.

Busco en el ayer, un pedazo del pasado,
para no convertirme en un recuerdo lejano
de vivencias frustradas.