El tiempo corre desde mis venas secas
hasta los contornos de tu cuerpo desnudo,
las hojas azules sonríen sin gesto
mientras las calaveras mordidas por los siglos piensan en su próximo milagro,
la vida es tan corta,
el corazón se está deteniendo,
a nada puede amar con ternura el tiempo,
sólo los cabellos sedosos de una doncella consuelan al silencio,
la voz seduce al infierno,
el signo avanza por las uñas
hacia los cascos de los caballos cansados de las aventuras,
el frío siempre cubre los siglos y los ciclos de nuestros deseos rotos,
se cambia el sendero de mis recuerdos
y se transforma en agonía eterna,
se quema el destino,
se vuelve dos trozos casi vivos
que cubren las hojas azules de los olivos.
Sigo en silencio esperando
que el tiempo devuelva a mis manos tu ausencia y tus recuerdos añosos,
los olivos danzas al compás de mi voz serena
mostrando en su vaivén el rostro del ocaso perdido,
viviendo en los detalles muertos de mi cuerpo los momentos perdidos,
sintiendo en el aire el sabor de la nostalgia perdida,
sintiendo en el olor de tu lengua el color de la amargura olvidada,
mientras el cielo se convierte en hemisferio presente
tu cuerpo es absorbido por mi alma ausente,
la vida es tan larga,
tu sonrisa es sólo parte de este retrato
junto a lo azul de los olivos muertos.
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