UN CUENTO CHAFA
Siempre en las noches no puedo dormir, es algo muy peculiar que ha venido sucediendo desde hace ya varios años. Al levantarme por la mañana se me dificulta mucho, despierto alrededor de las doce del día con una sensación de pesadez, pienso en las horas que he desperdiciado en dormir... Me he dado cuenta que la vida que he llevado no ha sido nada fácil, las experiencias que he tragado han sido llenas de excesos, de las que irremediablemente queda una cruda. Saco los pies de entre las sabanas, siento el frío del suelo, intento incorporarme pero un agudo dolor inunda mi cabeza. Observo mis manos temblorosas, los dedos huesudos, las llemas amarillentas de tanta nicotina, las llagas en los nudillos parecen estigmas de pláticas interminables en aquel bar donde se derrumba la realidad. Miro en derredor la ropa sucia regada, los zapatos doblados, hay comida pudriéndose en platos grasosos, las moscas sobre vuelan haciendo ese ruido adormecedor. ¡Ah! mi estomago de nuevo empieza a gritar que tiene hambre, levemente mis piernas con ese movimiento rítmico avanzan hacia la cocina o lo que queda de ella, tambaleándome trato de no pisar las cosas que están regadas. Me toco la frente, siento un leve susurro que me obliga a voltear hacia la cama... ¡Demonios! hay alguien acostado ahí... no puedo ver quién es, ese bulto amorfo enredado entre mis sábanas carece de rostro, y se mueve… se mueve. Rápidamente trato de regresar para arrebatarle mi espacio pero mis piernas tiemblan, con cada bocanada mi respiración se hace mas densa, succiono el aire que penetra hasta la cabeza, y la maldita cabeza parece reventar. Trato de calmarme mientras ese alguien se mueve con una tranquilidad que envidio, puedo percibirlo, hago un esfuerzo por verlo, en ese instante la habitación parece profundizarse, las moscas se callan, los colores cambian, todo comienza a expandirse, siento el latir de mi corazón, dudo si aún lo tengo pues la otra noche creo que lo regalé. Entonces recuerdo si yo vivo con alguien más... no, definitivamente no... Anoche, ¿que pasó anoche? lloré tanto que mis ojos reventaron, mi piel se desvaneció en los brazos de aquel moreno soberbio que no dejaba de hablar, de creer que lo sabía todo. Me gustaría que estuviera aquí y me dijera quién es la persona que está acostada en mi cama. Levanto la mirada, siento cómo acaricio la pared con mis manos, estoy apunto de caer, el aire rozándome la piel. De pronto veo cómo brota la sangre de mi rostro al hacer contacto con el suelo, hilos rojos buscando tocar, arrastrándose como dedos. Abro los ojos, no veo nada, ni color, ni luz, nada...no siento, no toco....nada.