Por primera vez sentía que la vida estaba siendo cruel. Aquella tarde de amalgamados colores su corazón sufría un fuerte sentimiento de ansiedad que nunca había notado en su vida. Sentía una extraña opresión en la parte baja del estómago que le provocaba unas náuseas incontrolables, un sentimiento de inseguridad estaba apoderándose lentamente de todos sus pensamientos...

Era una tarde hermosa, los rayos del sol dibujaban la silueta de las nubes haciendo que resplandecieran en brillantes colores mientras el bullicio de las aves anunciaba la alegría de vivir.

No podía soportar el dolor, las voces entrecortadas que escuchaba a su derredor eran totalmente desconocidas, por momentos creía reconocer una, pero pronto se perdía entre otros sonidos confusos que no pudo reconocer. Después de recorrer mil caminos y encontrar un hogar no podía creer que hubiese tanto sufrimiento, tanta crueldad... tanto frío.

Aquel día era especial, no sabía porqué, pero no era un día como todos los demás. La tarde ya se había ido para dar paso a la luz de las estrellas que anunciaban con sus débiles parpadeos la esperanza de encontrarse con el amor, un amor tan infinito como aquella paz que guardaba en su corazón.

El dolor en la cabeza era fuerte, no podía compararlo porque nunca había sucedido algo así, ahora todo era desconocido por ella; sin embargo había algo que no podía separarse de su corazón, esa extraña alegría, esa paz que por momentos y a pesar de su sufrimiento le traía dulces pensamientos.

Afuera transcurría la noche sin contratiempos, la luna danzaba para sus hermanas estrellas mientras el cielo se teñía de un azul cada vez más claro, un tímido sol brillante asomaba lentamente sobre el horizonte encendiendo de luz cada portal sonriente de primavera.

La sensación de mil manos tocando su cuerpo desnudo al mismo tiempo era horrible, mil manos desconocidas que la movían de un lado hacia otro como un objeto la hacían sentir en un lugar completamente desconocido para ella. Ese sentimiento de soledad y abandono fue el momento más difícil de soportar, la tranquilidad con la que había vivido hasta ahora se desvanecía por completo ante el huracán de sentimientos que la obligaban a sufrir de esa manera.

Un nuevo día, era más hermoso que el anterior, parecía que cada flor lucía su belleza con un brillo encantador. Se escuchaba el bullicio de la calle y emergía un torrente de voces que se convertían en un coro anunciador de vida... de esperanza.

Al pasar unos minutos que para ella fueron una eternidad de sufrimientos estaba a punto de rendirse cuando escuchó algo maravilloso... una voz... una voz conocida... un cálido sentimiento de cariño llenó su corazón para dar paso a la paz perdida, sintió su cuerpo posarse en un cálido lugar por ella conocido, mientras escuchaba unas palabras que no conocía pero que después comprendería una a una...
¡¡ Te Amo, hija mía !!

…a mi hija Orianna Hanniel cuando nació.