Justo antes de que saliera el sol, Tilina se tomó un ligero baño bajo el gigantesco árbol de limones. A menudo lo hacía, ya que todos los días y a la misma hora, el dueño de la propiedad, un gigante llamado Hermenegildo, abría las compuertas de una extraña línea larga por la cual salían grandes cantidades de fresca agua.
Las demás compañeras -mientras trabajaban- la observaron asustadas, pues tal rebeldía podía costarle muy caro, pero Tilina confiaba mucho en su belleza y sabía que con su coquetería podía conquistar al encargado de poner orden en los grupos de trabajo.
Junto a aquel arrollo de agua refrescante y bajo el gran árbol, se recostó pensando... tenía tantos sueños, tantas ilusiones de encontrarse un ser diferente que le cambiara esa cansada vida de trabajo y pudiese así disfrutar más de las bellezas que le proporcionaba la madre naturaleza. Fue entonces cuando escuchó un extraño ruido y se asustó.
¿Había escuchado algo parecido antes en su vida?, pensó.
Tal vez si… fue en aquel verano en que con sus padres viajaron a casa de los abuelos, un lugar lejano en el campo donde los amaneceres eran de una suave brisa, tan cálida en esos días de estío, no podía equivocarse, era la respiración de un corcel, se levantó y comprobó que no era cualquier caballo. Era el potrillo de Hermenegildo, del gigante, sintió que su corazón latía fuertemente, y se asustó, incluso pensó en esconderse, dado que con esas tremendas patas la podría aplastar, pero antes de hacerlo se dio cuenta que el caballo traía consigo una enorme tarjeta de color rojo, con letras azules, y con su nombre escrito.
¡Qué sorpresa para sus ojos hermosos!, Tilina leyó la tarjeta y no podía creerlo ¡era una invitación a tomar el té con el temible gigante!, muchas imágenes pasaron por su pequeña cabecita, pero en ningún momento sintió miedo sino que una enorme curiosidad por conocer el reino donde él vivía.
La invitación en la tarjeta decía:
“A la más bella”… Tilina se sintió halagada y sorprendida, no podía creer que en el mundo de los gigantes una hormiga fuese alguien especial. Una voz grave la saco de sus pensamientos bruscamente… era uno de los obreros que saliendo de la línea donde los demás acarreaban grandes migajas de pan fue a mostrarle su disgusto por su poca responsabilidad y egoísmo al ponerse a descansar mientras todos trabajaban previniéndose para las malas temporadas.
Tilina solo pensaba en aquella invitación y en lo mucho que deseaba conocer el mundo de los gigantes, sentía un poco de miedo pues sus padres le habían dicho que eran peligrosos y las hormigas no les eran del todo gratas, pero después de la llegada de aquel corcel blanco, ya no habría nada que le impidiera acudir a la cita.
Mientras tanto, en el reino de Hermenegildo todo era totalmente diferente a lo que Tilina pensaba o incluso soñaba. Hermenegildo vio la hora en su gran reloj de arena y se imaginaba el momento en que Tilina recibía su “invitación”, esa bendita invitación que había recibido ella y unas cuantas hormigas seleccionadas.
- A esta hora la presumida de Tilina debe estar leyendo su invitación… lo que no sabe es que este hermoso mundo en donde ella disfruta de las bondades de la naturaleza fue creado por hormigas soñadoras e ilusas iguales a ella a quienes les he robado su alma y pintado con ella este hermoso lugar de ensueño… ¡Con el alma de Tilina y su imaginación, crearé un hermoso bosque en donde pueda dormir mi siesta! Muajajajajaja… – Reía el gigante mientras a sus pies se encontraban los cadáveres de cientos de animales y hormigas iguales a Tilina, pero ya sin alma, sin vida, con los sueños totalmente robados…
Hermenegildo le envió un carruaje hermoso, tirado por el bello caballo blanco, ella no podía creer tanta maravilla, se puso su hermoso traje, y subió al carruaje sin saber el destino que le esperaba.
Mientras tanto el gigante se saboreaba, esperando a Tilina, quien por culpa de su soberbia no podía ver más allá de lo evidente. Hermenegildo se le hacía agua la boca pensando en el banquete que se daría jajajaja, (risas fuertes y roncas se escuchaban por todo el reino).
Tilina por su parte seguía en su burbuja, imaginando cómo sería su vida de ahora en adelante, lejos de las duras jornadas y sobre todo de la envidia de las demás. Ella estaba segura que ese no era su lugar, y estaba dispuesta a lo que sea con tal de encontrar su verdad. – Nadie más volverá a decirme lo que tengo que hacer. Algo me dice que muchas cosas interesantes me esperan allá.
Y cuando más ensimismada estaba en sus pensamientos, se detuvo el carruaje, Tilina pensó que ya había llegado y el corazón casi le reventó de la emoción, sin embargo no era así, dado que el corcel la había llevado a otro lugar para así poder advertirle lo que ocurría en la casa del gigante. Tilina lo escuchó pacientemente, pero no le quiso creer, pensó que a lo mejor el caballo estaba celoso ya que no sería él el único animal que lo acompañaría.
Fue entonces cuando el potrillo le propuso que ella misma lo comprobara con sus propios ojos, más que mal era tan pequeña que podía ingresar por cualquier parte de la casa sin que el gigante se diera cuenta. Tilina aceptó y enojada se fue a la casa del gigante, en el camino rezongaba:
-Este es un caballo mezquino, le gusta a él nomás, mire que decirme esa tontería. Éste debe creer que por ser hormiga tengo el cerebro más pequeño, ya verá, cuando yo sea dueña y señora haré lo que quiera con él.
De tanto regañar y regañar ni se dio cuenta cuando llegó a la casa y su grito fue desgarrador al mirar en sus pies los cadáveres de miles de hormigas iguales a ella.
-No me lo puedo creer…
Enormes lágrimas nacían de sus ojos cayendo sobre los cadáveres…
-Ilusa he sido, he creído vivir en una fantasía, he gozado, he disfrutado en esta vida de ensueño que ha acabado siendo pesadilla… No me lo puedo explicar…
Atemorizada se arrodilló en el suelo sollozando y repitiéndose “¿Por qué?”
De tanto sollozo y grito el gigante se acabó enterando, se agachó y la cogió, ella suplicaba… estaba en un mar de asombros y sorprendentes momentos de amargura, se dejó llevar, dejó su cuerpo sin fuerzas…
Acabó comida por el gigante… murió en la temible y vacía oscuridad, fue una triste hormiga que arriesgó su vida por sueños y murió en su verdad… y es que soñar e imaginar es bueno pero hay que poner límite.
-----------------------------------------
Este es un cuento infantil comunitario hecho en: jajaja Rancho para tomar un relax antes/después de quebrarse la maceta con un texto suicida. Se encuentra en los foros de esta página; en "talleres".
Autores: Solo-RHCastro, Corazonpartio, Eclipse23_23, Jackievidela, Parasito, Muertelenta y Hermeset.
GRACIAS A TODOS POR PARTICIPAR, UN ABRAZOTE.
|