Gente va y viene, me sorprende. Van de un lado a otro cantando y bailando, gozando. Sueltan risitas fugacez e idiotisantes. Beben y fuman sin cesar, y yo no lo soporto, todo es un caos en el salon y en mi conciencia, sin aguantarlo mas, me refugio en mi conciencia, es enfermante.
La musica golpea mis oidos tan fuerte que apenas puedo escuchar mis pensamientos. Aun asi puedo sentir la ira, el resentimiento, el rencor que todo este altercado produce en mi ser. Trati de distraerme, trato de pensar que estos pensamientos son enfermizos y psicoticos. Trato de pensar que necesito descansar o dormir, pero mi conciencia sabe que mi necesidad es otra, una que de verdad apaciguara mis inquietudes.
Marcos se levanta y se dirije lenta y tediosamente a su alcoba. Los invitados no se inmutan o no le prestan atencion, es su soledad su unica compañia. LLega sin obstaculos a su cama, luego de cerrar la puerta suavemente. Mira su reloj y luego la ventana, y mas por nervios que por precaucion abre la puerta nuevamente, mira a ambos lados y al senciorarse vuelve a cerrar la puerta.
La ansiedad es insoportable, no es vicio no es lujuria, si no dolor el que lo conduce. Es el exquisito sabor de saber que esta haciendo algo que auyentara su penumbra. El sabe que al hacerlo tambien esta hiriendo a gente que el quiere, y que lo ha querido ayudar, pero no lo puede evitar, al menos no ahora.
Se acerca a la cama, casi se acuesta, pero en vez, estira su brazo hasta lo infinito o hasta bajo de su cama y encuentra una cajita de madera, si es suya o de alguien mas no tiene interes no tiene sentido.
Marcos abre la cajita, recuerda cuando tenia 14 y vivia sus primeros amores, como pasaba angustiadodia y noche, hasta que sus amigos, preocupados por su situacion, le ofrecieron pasar las penas de una nueva forma, hasta que sus amigos preocupados le ofrecieron hierba.
Fue inconciente y fue fugaz, como el galope de un caballo perdido en la playa, el pito, prensado y encendido, ya estaba en sus manos.
Era una cajita larga y pulida, digna de admiracion. Sentia como sus sentidos se amplificaban y lo llevaban a otro nivel de conciencia.
Tenia la original impresion de poder sentirlo, entender y alcanzarlo todo. La cajita era simple, de madera. No tenia adornos, no tenia pretenciones. La cajita no era como los demas, ella no necesitaba explicaciones, ella lo entendia. Se presentaba monda y desnuda al momento que alguien la admirara. La cajita era parte de él y el era parte de la cajita.
Mientras esto ocurria en la cabeza de mi querido amigo, el protagonista de mi obra, ella entraba a la alcoba. Lo vio, pero no se sorprendio. No se si lo sabia ya, o se lo esperaba, lo que si se es que ella se sento a su lado, sin hacer preguntas ni exclamaciones, simplemente se sento a su lado a su lado y alojo la cabeza de Marcos en su hombro.
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