Obtuvo Mención Especial en género Narrativa en el Concurso Internacional "Arte en Tres Tiempos", Córdoba, Argentina, año 2006.
ANUNCIO DE LA MUERTE DE MI MADRE
Amanecí un sábado tipo mediodía (desquitándome de todos los madrugones semanales), y, al salir de mi dormitorio, me topé con mi madre, quien me espetó:
–¡Tuve un sueño tan extraño...! Así como..., increíble... Quedé asombrada. No sé...
–¿Qué soñaste?, le pregunté interesada.
–Estábamos mucha gente en un bosque y, en eso, un niño pequeñito, de pecho, como gateando, trepó a un árbol altísimo, tanto que se perdían sus ramas en las nubes y no se podía ver su fin...
Me sonreí al imaginar la escena; luego prosiguió:
–El niño seguía trepando y trepando a lo largo del árbol, hasta hacerse casi invisible. Lo llamábamos, preocupados, ¡baja, baja! Le decíamos ¡Te vas a caer...! Pero él seguía subiendo; no nos oía porque estaba muy arriba ya.
–¡Ay...!, dije.
–Entonces, de pronto, se perdió entre las ramas y dejamos de verlo por completo... Lo seguíamos llamando, angustiados, pero nada... El chico no se veía ni nos oía.
–Qué nervios..., comenté.
–Pasó mucho rato; pero muuucho rato, unas dos horas, diría yo, en que estábamos comentando del niño y planeando cómo rescatarlo. En eso, de repente, vimos que bajaba desde altísimo; y todos sentimos un alivio inmenso, como si nos quitaran un peso de encima... Pero, al acercarse más al suelo, vimos con asombro que el niño se había convertido en un anciano... ¡Viejíiiisimo...! Lleno de unas barbas largas, enmarañadas y blancas...
Me sobresalté... Lo asocié inmediatamente a la vida humana y a la muerte humana... No sé por qué.
–Era tan extraño..., continuaba mi madre... ¡Se volvió viejo, viejo...! ¡Tan impresionante fue la escena ésta! Vieras tú...
–¡Jack y las Habichuelas Mágicas! Exclamé, tratando de tapar la inquietud y la angustia que me invadían, porque comprendí que mi madre iba a morir... Que ya había sido niña, crecido, envejecido y le tocaba dejar esta vida... Todo, simbolizado en un niño que sube y un viejo que baja.
Ella siguió comentando su impresión y asombro respecto al sueño y agregando detalles y pormenores a medida que se internaba más en su vívida aventura onírica.
A los dos meses, mi amada e irreemplazable mamá, falleció..., y yo recordé con lujo de detalles aquel sueño que me contó 60 días atrás...
María Luisa Landman R.
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