La soledad golpeaba mi pecho, como lo hace la fría brisa en las noches de invierno. En esos momentos solo pensaba en ti, y mi llanto ahogaba mis sentidos y las lagrimas nublaban mi visión.

La soledad en mi ser se impregnaba y amenazaba con no irse jamás; tristeza en mis ser desde aquella noche malvada, tristeza que hasta hoy invade mi alma, tristeza y soledad, soledad y llanto.

Esa noche cuando me dijiste que de mi no querías saber nada, aun sigue en mi mente guardada, pues palabras como esas de ti no esperaba, no, de ti nunca. Tu que jurabas que me amabas, tu que decías que por mi la vida dabas, tu a quien yo adoraba.

Ahora estoy solo, con la mirada perdida, pensando en ti, y preguntándome que demonios fue de mi vida. Pensando en ti estoy, pensando si en verdad, fue amor.

Las sombras de aquella noche de diciembre, cuando la soledad mi pecho golpeaba, aun están presentes y me hablan de ti. ¿Me dirán mentiras?, ¿mentirán por ti?, no lo se.

No te pido que regreses, para que, no tiene caso, si en mi alma yo no hay amaneceres, solo el ocaso. Mi alma no volverá a ver luz alguna, solo sombras y nublados.

Tu que puedes ríe, baila, canta, se feliz. Yo seguiré pensando sobre aquella fría noche de diciembre. Y volveré a llorar. Y cada que llegue el mes de diciembre llegaran a mi estos mismos lúgubres pensamientos. Pensamientos sobre el amor que se fue.
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