Y aquel hombre tan solo no sabia que en algún momento de su vida, algo le espera con ansias y triste final, es su destino que le será revelado, como todos nosotros que al llegar nuestra hora, en el momento cumbre sabemos para que hemos venido en este mundo que es severo y a la vez acogedor.
Y una tarde de invierno como era de venir, el temía ya su hora, ya que su cuerpo había pasada ya tiempos atrás, y su fuerza ya no era la misma que la de un ayer.
Y se mira al espejo y su cara no fue la que una vez tuvo ya, sus manos se desvanecen y se achacan y no parecen la que una vez fue y su mirada más candida y tierna se ha vuelto ya.
Su hora a de llegar y el lo teme pero no lo sabe en realidad, lo espera pero no sabe si en realidad vendrá.
Tal vez hoy, mañana o en la próxima estación, sus días ya pasan y su alma pide paz.
Espera con paciencia y se da cuenta en un momento de revelación que no hay que temer, que como todos nosotros algún día a de de llegar la muerte, que como todo en la vida es natural, el no tiene mas miedo ya, mas bien su corazón se regocija por el pasado que una vez tuvo en su época de gloria y felicidad, el ya no se queja ni lamenta y pide a dios reunirse con él, para que una vez acabada esta etapa, reencarnar y volver a empezar.
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