I
Las casas viejas pintadas con colores chic.
Un perro durmiendo al frente de un almacén.
Las tres de la tarde más ausentes de gente
y llenas de vida que haya visto en mucho tiempo.

Mi pieza huele a globos azules y vientos lunares.
Las luces se convierten en cables que quieren rodear mi cuello.
Las río idiotamente desde mi raciocinio dictador
que reza que eso es imposible.

Días de club de la pelea, de implorar terriblemente
una trompada solidaria que alivie con dolor físico
el dolor existencial. que acalle con aullidos los gritos mentales.
Deseo carnoso de un poco de silencio.

Hace apenas 20 minutos que puse música.
Siesta de silencio y lectura, cigarrillos e infusiones.
Pócimas para apaciguar los chillidos mentales,
y no tanto, que quedaron grabados en uno de mis brazos
cuando Ella gritó a través de sus dedos.

Mas el silencio mental no existe y lo más cercano
es el sueño, pero cuando despertás es como escuchar
una canción para adelante y toda rápida
que te purpuriza los cachetes con siete índices violentos.

NicolaO pregunta por qué tanta violencia.
¡Ah, la violencia! ¡Tantos poetas se preguntaron lo mismo!
NicolaO pregunta ¿te portaste mal?
Claro, desde el mismísimo día en que nací.
Salir de allí adentro fue un portarse mal.

Otra vez se me ocurre. Quizás me vendría bien
que me caguen un poco a palos.
Uno debe quedar medio anesteciado
después de unas cuantas piñas.

(Esas ideas siempre se me ocurren en masculino,
maldito mundo machista. Para una chica es más difícil
meterse en problemas que la lleven a mostrar su virilidad)

NicolaO dice que quizás baste con un poco de verborragia.
Pero la agresión verbal no anestesia y a alguien con los ojos
así de tristes, no se le debe molestar.
Soy un ET poco amigable. Para empezar: tengo tetas.

Es tan difícil saberse vaca y aprender de dónde pastar.
El amor es un clishé. O un chicle. O un chiche.
O creo en el poder redentor del helado de chocolate con nuez.
O, sencillamente, soy un objeto descontextualizado.