Ya se acabó pleamar es hora de diversión
veámonos todos en la playa.
Nestor

Dos espejos de luz negra
lucían en su mirada.
En su boca centelleaban
soles de sombra muy blanca.
El pelo azabache, noche sin luna
La piel, oscura y vibrante
El gesto, hechizo mapuche
La voz, bastón de guitarra
Y en su alma abierta y delicada
la huerta de su Quequén.

Pinos del Lilio
Álamos del Quequén
Recuerdos de eucaliptos
en la 59 de Necochea
Fragancia, matiz y materia
energía que sobrevuela
las puertas del paraíso
de aquel espíritu impetuoso
Quequén fluía de la matriz.
A su voz alzaban la cabeza
las mujeres del pueblo.
Se deshojaba la margarita,
la espuma del mar poblaba
la desierta playa del Pasuvio.
Toda en sueños la mirada
la ciudad entra en su ritmo
el locutor en su espacio
el río se despereza
los medanos dan la espalda
se ahonda el verde del mar
se enciende el sol en el este
lleva el micrófono a la boca
ay mujer que te enamoras
de su voz, toda la vida
en su propio ser
te derrites y te bañas.

A la vez, el locutor
revive en plazas y casas
alzan vuelo las palabras
del ropaje de las almas
se llena de romanticismo
el éter y las calandrias
a su voz, canta hasta el aire
a su voz, danza hasta el faro.
a su voz, resurge el alma.

Las nubes grises de marzo
por el amplio cielo avanzan
acurrucadas una con otra
malas nuevas nos anuncian
ya borran la luz del sol
de nuestra generosa pampa.

Almas fuertes, almas pálidas
Almas tercas, almas púrpuras
Varas de fuego y sangre
iluminando el campo estallan
por el aire rojizo
llegó la muerte
con su mensaje siniestro
los ojos se apagaron
la boca se vació de palabras
treinta y dos dientes
que van tiritando
llega la muerte
Nubes grises, nubes negras
Varas de sangre y fuego
Almas fuerte, almas pálidas
Almas tercas, almas púrpuras

El 18 de marzo
apagó la flor del jardín.
El Quequén bebió su sangre,
la noche ha bebido lágrimas.
la madrugada las risas
la luna enreda cadáveres
entre sus redes de plata.
De dolor, gime hasta el aire.
De dolor, llora hasta el agua.
Entre aires destemplados
tu vos resuena en los oídos
tu voz resuena y no lo creo

Nubes negras, nubes negras,
El telón cayó en Quequén
de tu alma tiesa, alma morada,
sobre el carmen más florido
se desgajó una descarga.
regresé a aquel silencio
por si su voz se escuchaba
Solo se oían las voces
de aquellos que lo imitaban,
de aquellos que lo imitaban,
la vida es un alboroto
y la muerte una ausencia

Ay Dalias de mi jardín
Ay rosas del centenario
Pinos del Lilio
Álamos del Quequén
Recuerdos de eucaliptos
en la 59 de Necochea
Fragancia, matiz y materia
Extinta yace aquella planta,
bulbos y raza y linajes,
que surgió de nuestra tierra
y floreció en obra y gracia!

Nestor, amigo
Voz, magia, sorpresa
Néstor, ay Néstor
polvo sobre la playa...
¡No, que tu espíritu en flor
incólume se acrecienta!
Huele a rosas y a jazmines,
Y sabe a trigo y maíz.
Vuela sobre los campos
y da vida al río Quequén
y enciende como candelas
la energía de los pinos del Lilio;
ahuyenta las nubes negras,
y descorre en el océano
las cortinas de la tristeza.
Tu espíritu se levanta
y hará brotar del Cultivo
frutos de nuevas almas...