57 no es un número que importe ni que haya sido elegido al azar, tampoco se relaciona con algo cabalístico, cincuenta y siete veces he dicho algo, cincuenta es la mitad predestinada y siete los dedos de una mano imperfecta. El llavero nuevo está completamente estropeado, desde el principio instalarlo fue un problema y ahora puede servir un poco más para pasar un gran ridículo que para adornar la rutina de todas las noches después del tráfico.
Gama de azules provocativos, tonalidades como extraídas del cielo o de los mares menos visitados, gris pasando por violeta y verde matizado en carmín. Eres flaco y yo te observo, supongo que te va mejor el amarillo. Catorce pasos hasta ti y después ese silencio típico de los momentos desconocidos, la respuesta está en el cuarenta y tres que no hemos recorrido, pero aún sin escuchar la pregunta, me niego ante esta respuesta, no, no saldrá de mi boca esa explicación. Rebasaste el espacio en ese armario y los zapatos se desbordan, algo de humedad filtrada en la pared que veo desde aquí y ese olor a floresillas envasadas artificialmente que se esparce por la estancia, el afán por describir sitios como este puede desangelar hasta al mejor narrador y tú me pides que lo capte todo, que haga de esto inolvidable y para colmo algo en tu sonrisa me hace sospechar que te veías mejor de lejos. Si me has traído hasta este lugar con la fanfarrona idea de impresionarme puedo decir desde ahora que a menos de que hagas algo con ese pavorreal multicolor que mis cincuenta y siete pasos anhelaron en tu aliento, no estaré sentada en el futón por más de cinco o diez minutos. Nuestra historia juntos no llegará a inicio y mi perspectiva ante el violeta se olvidará en la persistencia del amarillo.
No entiendes nada y te comprendo, yo tampoco se como llegamos hasta aquí, y empiezo a divagar en esto de las ubicaciones: mucho “aquí” y “en este lugar”, parece que el ocio rebasa a nuestras intenciones y mi mente viaja rápido. Pero no me veas con esa cara, yo no tengo la culpa, pensé que podría hacerlo. Igual pasó con el tipo aquel de la sonrisita estudiada, meses de contar pasos sin saberlo hasta que lo tuve en silencio y también salí huyendo, ¿que quieres que haga? Me horroriza esto de las poses estudiadas cuando no conozco a alguien, no me interesa saber el motivo de esa ceja levantada, no me interesan tus problemas y acepto perderme de las historias maravillosas de tu infancia, no quería parecer adorable, solo fui un poco amable. Ayer caminé demasiado huyendo de algo tan personal como la forma en la que te has sentado, no quiero esto, créeme, 57 no es un número que importe ni que haya sido elegido al azar, tampoco se relaciona con algo cabalístico, cincuenta y siete veces he dicho algo, cincuenta es la mitad predestinada y siete los dedos de una mano imperfecta.
Puedes ser genial o tremendo, hermoso al vistazo y seguramente el color de tu propia piel es el que mejor te va por las mañanas, pero no me interesa y comienzo a estresarme, no me pidas que sonría. No reclamaré algo parecido a las quejas que recibes después de tus famosos ligues de una noche, aquí no gané yo, pero tu no me mires con ese dejo de confianza, no me voy a enamorar ni a recordar tu nombre, tampoco voy a perdonarme haber llegado hasta aquí con la persona equivocada, en serio, no quiero que me llames mañana, y no me digas “cariño” que eso es lo último que me trajo hasta este lugar. ¿Por qué no mejor regresamos a la tienda y te decides por el color para este sofá que pide un cambio a gritos?, yo podría conseguir las pinzas para apretar la argolla de mi llavero y solo si las ganas lo aclamaran, entonces sabríamos si deseamos comenzar de nuevo.
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