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Resultados Inesperados

De la cama al refrigerador, así me la había pasado toda la semana, esta angustia me mataba y me engordaba, me volví una adicta al delivery tanto que el repartidor de pizza conocía mis más íntimos secretos y las continuamente narradas vacaciones a Buzios con mis amigas del colegio, hasta mi madre había hablado con él para asegurarse que yo estaba bien, que no me pasaba nada, que este encierro era temporal.

Cuando se lo conté a mi madre, hizo muchos planes, nos imaginó a toda la familia en una amplia casa con piscina, y ella refulgente de joyas, ataviada con un abrigo de visón, pero sobre todo le enloquecía la idea de recorrer el mundo con mi padre, interiormente una risa me invadía pero no lo demostraba, lo que si era seguro es que le tocaría muchos soles para que disfrute de todo lo que se le ocurriera, pero no estaba incluida en mis planes, tenía tantas cosas en mente, hasta había hecho dibujos de la casa que quería, de los muebles, de todos los arreglos por colores y materiales, agradecía haber llevado ese curso de decoración a distancia, a veces interrumpía la composición de mis diseños para revisar los números benditos 04 – 05 – 16 – 22 – 32 – 34 y recordaba como las bolillas saltaban felices de hacerme dueña del mundo y volvía a gritar de la emoción, de cómo mi vida había cambiado desde el primer momento en que compré el ticket de la lotería, ni bien comprobé por décima vez que esos eran los números ganadores fui hasta el local de Superlotto, hablé primero con una secretaria de cabello rubio y raíces negras que me hizo pasar hasta la oficina del gerente un tipazo amabilísimo de gracioso mostacho, al ver mi ticket ganador me dio un abrazo efusivo y me dio un sobre con mil nuevos soles en vales de consumo para el Mercacentro, y que esperara en mi casa, que debían coordinar con el banco para que me extendieran un cheque por tres millones de nuevos soles, que esperara nomás.

Después de dos semanas de haber subido casi cinco kilos, de revisar múltiples veces si el cable del teléfono estaba malogrado, de asegurarme si estaba activada la opción de llamada en espera, y de haber perdido mi empleo salí por fin a las calles canjeé con los vales un capuchino y una caja de donas en el Mercacentro, me senté en la plaza a pensar en el mensaje tan considerado del gerente de Superlotto, No nos llame, nosotros la llamamos.

Texto agregado el 08-07-2005, y leído por 192 visitantes. (0 votos)


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