Frío III (puñal)

Es extraño extrañarla hoy,
un domingo sin nombre,
con falda larga
de donde resbalan luces.
Luces que aletargan los sentimientos.

Es extraño ansiar la risa
que germinaba preciosa en la maceta de nuestras palabras.
Ansiarla mostrando los dientes igual a un monstruo,
afilados, amenazantes.
Contemplarla, posiblemente mareado,
aterrorizado sin opción (o ganas) de escape.
Que se acerque voraz,
Lamia imparable,
temer por la vida
hasta ver el eclipse de su mirada.
Cerrar los ojos y esperar a la muerte
para, luego, sentir el beso tibio, eufórico
que los monstruos ignoran.

Desear acariciarla,
reconocer a la mujer hermosa,
abrazarla fuerte intentando decir gestualmente “amor”.
Que me mire y responda.
Responda mil veces entre nuestras caricias.

Es extraño,
realmente extraño, extrañarla ahora
que no hace frío
y que ella, obviamente, no me extraña.

Tal vez esté mirando televisión
o durmiendo como un puñal en su vaina
mientras yo leo moribundo en mi habitación.