Tengo atada a mi mano a la trapecista
a ella le gusta subir a las alturas,
colgarse boca abajo
y ver el cielo sobre sus pies.

Tengo colgada la condena
de verla balancearse
lado a lado por el vacio
sin norte, sin paralelos,
sin reglas que limiten su vuelo.

Inmerso en una realidad
ajena a mis horizontes,
en la insistencia
del unísono de la palabra
quisiera gritar su norte
para ver si su mirada
me conduce hacia alguna parte

Pero ella insiste en alzar las manos,
colgarse de los pies
y gritar enardecida
que quiten la red.

Se pone a cantar
de tristezas, dolor y lagrimas,
yo no se si creerle
si ve el mundo al revés.

Siempre de frente
empuja la historia que va y viene,
ve su estela con algún remordimiento
pero en segundas miradas no se detiene.

Le encanta no ver jamas su sombra,
sentir la sangre en su cabeza
el corazón como plataforma
y sus manos que le sobran.

Ella quiere vivir sin escombros
Ella quiere volar sujetada a sus pies
Ella quiere su mundo dado vuelta
Ella quiere un balanceo eterno
Ella quiere suicidios negros.

Como espectador
impavido
me autoexílio
de aquella inquietante realidad.