Prohibida

La vio a lo lejos, cruzando aquel parque donde siempre fumaba un cigarrillo para después volver a su casa. Vivía solo, ya que su esposa lo dejo por otro y eso lo traumó.
La perdió de vista al pasar un pájaro frente a él, la busco pero no la encontró con la mirada, ya había pasado. Miro el cigarrillo y al ver que solo quedaba filtro lo boto y lo piso, vio de reojo para cerciorarse de que estaba bien apagado. Era un real maniático, tenia que ver todo dos veces para asegurarse de lo que hacia.
Intento otra vez ubicarla, ella caminaba lento, se dijo, no creo que haya ido muy lejos. Ahí estaba, media cuadra delante de él. Con un suspiro tomo sus cosas y la siguió, esta vez tenia que asegurarse que era ella a quien veía en sus sueños. Lo era, o mejor dicho lo fue.
Por un momento se controló, pero no pudo por mucho tiempo, se alzó contra ella entre las sombras de la noche.
Que suerte, se decía a sí mismo en la mente, nadie en las calles cercanas, es ahora o nunca.
Después de forcejeos y rasguños logro noquearla y así tranquilamente, tomo uno de sus brazos y lo mordió apacible y cauteloso, mirando en guardia si alguien se acercaba.
Su sangre es muy tibia, se dijo. Es exquisita, debo beberla toda, nadie mas la puede tener. Sus pupilas se dilataban como si la sangre fuera un éxtasis que lo hacia volar.
Abrió otros orificios por otras partes donde saliera sangre.
Agotado de beber, se puso su sombrero que se había caído por el forcejeo, reviso el pulso de la victima para asegurarse de que no estaba viva. No lo estaba.
Caminó y por un momento creyó que la victima se levantaba. Miró y no era lo que él pensaba, solo era producto de su imaginación.
Caminando a casa, él ya no existía. Había bebido la sangre de una victima prohibida sin saberlo, se evaporo apenas cruzaba el parque.
Su sombrero y su abrigo llevados por el viento quedaron junto al cuerpo de la victima, que ahora si se levantaba.
Ahora ella necesitaba sangre...