Ultimo acto antes de la muerte.
Cuando él vació sus lágrimas, no estuvo consciente de que ese era el último acto de su vida. Las causas, qué nunca quiso revelar, y que lo obligaron a encerrase en esa habitación, también lo animaron a tomar su decisión. Al menos eso fue lo que pensó. Y cuando su familia lo supiera, nadie daría crédito a sus actos. Pero él pensó en todo. Sus penas colgarían del techo dentro de poco y las letras, depositadas sobre su escritorio junto a su cama, delatarían su historia.
Minutos antes, mientras meditaba acerca de su vida y se llenaba de ansiedad las manos, el humo del cigarro ocultaba su rostro. Disimuló las lágrimas que le rodaron por las mejillas. Tras respirar profundo, se armó de valor para dejar que su lenta pero segura mano guiara las palabras finales que le sobrevivirían, sobre el papel. Allí desparramó las penas y alegrías que nunca contó a nadie.
Conforme pasaba el tiempo, se le antojó el invento mas cobarde del hombre, mientras el espanto se observaba en su rostro. La ansiedad se tornaba en un ambiente de silencio, curioso pensar en abrazar la vida de nuevo, no había marcha atrás.
Al fin, el cigarrillo exhaló su último halo de vida. Con esto él comprendió que su hora había llegado. Caminó hacia el escritorio y cogió una silla. Por un momento dudó, claro que dudó. Pensó sobre qué sería lo último que vería de este mundo material, para que lo acompañara al más allá. Al fin decidió que lo mejor sería cerrar los ojos y no recordar nada que le provocara nauseas. Ya lo había decidido, le haría frente al punto final del término de su dilema…
Un ave se detuvo en la ventana del cuarto repentinamente, robando su atención por unos segundos. Algo le hizo recordar los días que se había perdido allá fuera por culpa de los demás. Pero esta vez se haría su voluntad. Sonrió irónicamente y aspiro cuanto aire cabía en sus pulmones. Avanzó… Los colores de la cara se le iban y venían, segura señal de que ya no había un marcha atrás. Su destino lo estaba esperando al borde de la silla.
Mientras posaba la argolla sobre su pequeña cabeza, imaginó sangre resbalando por sus dedos sintiendo el cosquilleo del adormecimiento y escalofrió de su cuerpo, en un mismo tiempo pero en distintas partes de su cuerpo. Cuando se aclararon sus sentidos, su cuerpo descendía con la brutalidad de un jalón constante que hizo abrir los ojos. Después de todo si se llevaría algo de este mundo al que tanto recelo tuvo. Su ahora inevitable muerte lo llevaría a su encuentro con algo mejor que su realidad. Al menos era lo que esperaba. Cuando sintió que la vida se la cortaron de un tirón. Mientras su lengua salía de su boca a causa de la falta de aire, sus ojos rojos desprendieron su última lágrima que solo atinó a pensar:
No derramare la sangre…
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