Amanecer entre los gritos de desespero, y el miedo melancolico de la muerte que toca a su puerta, en la agitada guerra entre las montañas, era ya costumbre vieja, para mi madre... La agua de panela y el calao que la acompañaban seria mi alimento en todo el dia, antes de salir pa el monte y recojer la fruta, que mi padre dejo sembrada antes de desaparecer, pues recuerdo muy vagamente esa noche de diciembre, cuando tan solo tenia cuatro años, y mi viejo con azadon en mano me deja su bendicion y me dice, ME VOY PA EL MONTE A VER QUE TRAIGO, CUIDE A SU MAMA Y NO LA DEJE SOLA.
Mi pobre vieja que para ese entonces estando embarazada, salia de la casa y traia la leña, mi pobre vieja con mi pobre hermana.
Tanta era mi alegria que sin saber escribir ni hacer un trazo, hacia garavatos en los viejos periodicos disque pa cuando naciera mi hermana los viera y se alegrara...
Ya pasaron mis vagos recuerdos entre la plomacera que rodeo mi rancho, la imagen de esa fuerte mujer abrazandome pa protejerme empuñando el rosario y llorando el padre nuestro.

Mi padre se fue pa el monte, y la montaña se lo trago.
Mientras mi viejita lloraba y me consolaba, vi la sangre que de su bientre brotaba, me cubrio con su pecho y me protegio de las balas, primero murio mi hermana, y mientras corria abajo por la quebrada, mi madre moria junto a la hogera, diciendome que nunca mas llorara.
No la mato la violencia, fua la imprudencia de una nacion que por juzgar a mi padre de un supuesto para mataron al campesino labrando su tierra, su esposa embarazada y me dejaron huerfano perdido en una celda despues de 20 años, si conocer y saber nada, pues mi unico crimen fue nacer en una selva, ser campesino y un analfabeta.