Andando por la calle, miro al suelo y me veo los pies, lentamente y sin prisas me acerco al sitio de encuentro, con pasos cortos y seguros me planto delante de ti, no te reconozco, la imagen que tenia en la cabeza de tu forma, de tu mirada era totalmente diferente de la que tenia ahora mismo delante, hacia tanto tiempo que deseaba encontrarme contigo que mi imaginación había cambiado totalmente la percepción que tenia de ti, dudé unos segundos y te volví a mirar, esta vez te vi, te reconocí, sabia que esos ojos que me miraban tristes eran los ojos que echaba tanto de menos durante tanto tiempo atrás.
De repente se me olvido por que estábamos separados, no recordaba ningún problema, el cual fuera tan grave como para separarme de lo que mas extrañaba mi alma.
Caminamos durante unos minutos, y tu voz resonaba en mis tímpanos como antaño,
¿tanto tiempo había pasado?, durante ese breve instante, el tiempo se paró, y tenia la sensación que era abril, nos acabábamos de conocer y te acompañaba a tu casa, esa casa que en ese momento recordado me era ajena, y que después fue tan familiar durante aquellos años tan felices y tan tristes finalmente.
Te acaricie la nuca, deslice mi mano por tu espalda y finalmente te cogí la mano, cruzamos esa mirada, que tiempo atrás demostraba complicidad y encontré un vacío que me ensombreció, jamás me había sentido tan mal, con una simple mirada, pero aquella no era una simple mirada, en ella pude ver recelo, odio, incluso dolor aún no superado.
Te convencí para ir a cenar al restaurante que cenábamos cada viernes durante tanto tiempo, y en que reíamos mientras se nos enfriaban los platos, sin darnos cuenta, que el tiempo pasaba y el fin se acercaba, lo que daría por verte sonreír en este mismo momento, “pensé en mi interior”.
La cena no se pareció en nada a las recordadas con anhelo, no hubo conversación suficiente como para dejar escapar una sonrisa, una mirada cómplice, ni si quiera una palabra de consuelo que calmara mi espíritu desolado por tu mirada triste y dolorida.
Justo cuando salimos del restaurante comenzó a llover, que mejor compañía para un encuentro desolador que la lluvia, sacaste un paraguas pequeño del bolso, lo recordaba, no hacia mucho tiempo me lo ofrecías con cariño cada vez que llovía y tenia que salir de casa, la casa que ahora era ajena para mi, y que antes era tan familiar.
Ahora todo era distinto, pero me acerque, para cobijarme a tu lado bajo el diminuto paraguas, note como si te violentaras en principio, pero te calmaste, andamos cogidos por la calle principal, pero no como enamorados, sino como dos vagabundos en busca de cobijo bajo la lluvia, fue justo en ese momento que en mi interior apareció la verdad de todo, la verdad del encuentro, todo tenia un por qué, una razón.
Te acompañe ha esa casa que conocía y que ya no me hacia sentir confortable y me despedí de ti, de la casa, de tu vida, de todo a lo que me ataba la añoranza de un tiempo pasado, y siguiendo mis pasos trazados entre la lluvia seguí mi camino.