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Viaje

Sé que tienes miedo, que te asusta otro principio, pero me gusta pensar que entre nuestras resistencias y reservas, ha ido creciendo una relación alentada por el cariño, que se ha ido adornando por las risas y los besos llenos de labios, por el sexo y el placer de estar juntos. Tal vez las mejores cosas nazcan de una explosión espontánea.
Tienes miedo, como yo, es el miedo del principio o del final, al abismo o a lo desconocido, a lo que se sale de la rutina y que al fin y al cabo es lo que le da color a los días.
Recuerdo que hace bastantes años me fui a ver a un amigo a la ciudad costera donde vivía. Decidí irme en autobús, el viaje era un poco pesado pero más económico que otro medio, y yo tenía poco dinero y mucho tiempo, debía tener 21 años. Dejé el mochilón en el portaequipajes y me senté en la plaza que me correspondía 10V, v de ventanilla, no soporto los viajes en el pasillo, ni que se te siente al lado alguno que te quiera dar conversación y me temí lo peor cuando se paró ante mi asiento un tipo con un atuendo bastante raro y que daba la sensación de estar bastante nervioso. Dejó varias bolsas que llevaba en el portaequipajes, me dirigió un escueto hola muy bajito y me dio la impresión de que estaba comprobando si desde su asiento podría ver los movimientos del conductor del autobús que estaba, aún, de pie frente a la puerta pidiendo los billetes a los que entraban. Cuando el conductor se sentó frente al volante y cerró las puertas, pensé que a aquel hombre le iba a dar un ataque. Empezó a sudar más, su respiración se aceleró y no conseguía apoyarse en el respaldo de su asiento y permanecer quieto. Cuando el autobús empezó a moverse, cerró los ojos (no puedo asegurarlo a ciencia cierta porque, no quise mirarle directamente) y me dio la impresión de que rezaba. Debió marearse, porque al minuto le disparé con una mirada fugaz y ya los tenía abiertos. Lo cierto es que la tensión que tenía aquel hombre me estaba incomodando, por lo que intenté concentrarme en lo que veía por la ventana...ciudad, más ciudad, ciudad, que redundancia. Me puse los cascos y mientras rebobinaba el casete con un bolígrafo, seguí fijándome en lo que hacía el individuo que tenía al lado. Me di cuenta de que no quitaba ojo a cada movimiento que hacia el conductor, si este ponía la radio o se ponía a hablar con un compañero por la emisora o desviaba de cualquier forma su concentración del tráfico, aquel tipo se tensaba, los músculos casi le chascaban y parecía que fuese a saltar sobre el conductor. También iba bastante atento al tráfico, daba la impresión que se asustase con cada camión con el que nos cruzábamos, con cada curva, con los stop, cada coche que adelantaba, uf... Yo conseguí desviar mi atención hacia el paisaje. Era el principio del verano y todo estaba muy seco, pero a mi me gusta ver la sombra del autobús que se alarga y flota sobre los campos enormes de trigo, el ocre que contrasta con el azul del cielo, espacio, se puede respirar y dejar fluir los pensamientos en la semiinconsciencia de un viaje.
El viaje duró unas seis horas y cuando llegamos aquel hombre estaba desecho en nervios. Cuando paró el autobús, fue el primero en coger sus cosas y bajar.
Para mi fue un buen viaje, para aquel hombre supuse que una verdadera tortura y el caso es que; si hubiese sucedido algo, no sé si hubiese tenido capacidad para evitarlo. Personalmente prefiero disfrutar del paisaje.

Texto agregado el 06-07-2005, y leído por 370 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
06-09-2005 Mirar el paisaje no sólo es lo más inteligente - quizá no sea el adjetivo -que podemos hacer en algunos momentos de la vida, sino que es placer en sí mismo, destino. Me gusta el modo trasparente, aunque metafórico, que has elegido para tu reflexión (por cierto, yo creo que esto es más una reflexión que un cuento, pero poco importa...), y me gusta también el modo en que invitas al disfrute, a la serenidad, e incluso a la paciencia, sin resultar ni remotamente cobarde o desapasionado. Desde luego, si la vida es un viaje y no somos capaces de disfrutar del paisaje, estamos perdidos, y te lo digo yo que siempre me quedo ensimismada escudriñando el horizonte. ¡A mí también me gusta mirar la sombra del autobús o del coche!. Lo describes de manera preciosa. ¿No has jugado, sobre todo de niño, a reconocer tu cabecita negra en el conjunto? Ceboncita
12-07-2005 ya ya... la teoria y el ejemplo está muy bien ...pero el miedo es libre.. un susurro* (pienso que hay que arriesgar, es la única forma de sentirse uno vivo) susurros
09-07-2005 reflexion que hace ver qu no sirve de nada temer, pues cuando algo tiene que suceder sucede, no importa las previciones que nuestro temor asuma...solo sucede...asi que tambien disfruto del paisaje. besos Marcos..y por supuestos 5* lisinka
07-07-2005 Lo que no es evidente es el verdadero significado del miedo. El desenlace me parece correcto si ve con el inicio, es una gran reflexión, y casi parábola. Aniuxa
06-07-2005 está bien escrito pero le falta una buena trama, o mejor dicho un buen desenlace, deja sabor a poco. giannixo
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