Me encuentro... Huyendo; sí, huyendo, no sé de qué exactamente, pero huyo. Es algo que me aterra, algo que encogería de miedo mi corazón si estuviera ante él (o ella, o lo que sea).
Y, claro, estoy corriendo hacia algo que no puedo ver, ya que está completamente oscuro; ni la misma luna llena puede iluminar por donde corro... Así que me detengo... "Sea lo que sea, me enfrentaré a ese miedo cara a cara", pienso mientras me doy la vuelta.
Mientars espero a esa amenaza que cada vez me parece más ficticia, mira a la luna; es una luna llena un poco diferente, es más grande y rojiza que otras veces; y, mientras la miro, siluetas de lo que parecen ser personas con alas de murciélago pasan por delante... "Gárgolas", pienso, "pero... ¡Es absurdo! ¡Las gárgolas no existen!"
-Crees que no existen, pero existen muchas cosas en las que no crees -contesta una silueta un poco alejada de mí, con gabardina.
-¿Como por ejemplo el amor? -le "respondo"
-Es un ejemplo... Pero es mentira que no creas en él -contesta de nuevo el extraño.
-Verdaderamente, sí creo en el amor; no creo en la casualidad de encontrar a alguien que sienta lo mismo por ti -cambio de tema-; ahora contesta a esto, ¿quien demonios eres?
-Considérame tu conciencia, tu sensatez...
-Mi odio...
-¿Has pensado alguna vez en lo que sientes? -pregunta velozmente.
-Sí -contesto-; siento cansancio, estoy cansado de idiotas como tú, quienquiera que seas, que me preguntan por eso.
-Entonces no te preguntaré más -y dándose la vuelta, me arroja un naipe a las manos-. Mírala si te apetece.
***
Ya ha desaparecido y la luna está dejando paso al rojizo sol de la mañana; las nubes tapan casi todo el cielo ("Lo que explica que no viera ninguna estrella anoche" pienso). Entonces, sentándome en una roca, miro la carta que me arrojó ese extraño.
-Una reina de corazones quemada... Será que...
Sí, ella está muerta. |