Golpe rápido

Estás en la mente que regurgita las fantasías de tu presencia. No hay alrededor de mis manos nada que tocar, sin embrago mi cabeza crea ese mundo que nadie se atreve a pronunciar. La sonata de una playa lejana, me dice que estas cerca, me quedo callada, para no interrumpir tu viaje desde tus sueños a mi cuerpo. Esto es lo que sé decir, está un poco fría la madrugada, demasiado smog, tierra mojada y labios húmedos, partidos en dos fragmentos de vida, avanzando desde la profundidad de la catarsis, hasta la altura de un infierno impávido.

En la mañana, cuando la sangre llama, cuando las palabras se transforman en nada más que vertientes de mentira, te dejas vencer, porque lo que parecía preciso, ahora es confuso y gélido, es la tormenta de la que todos hablan, la que todos quieren ver, pero no se atreven a hacer realidad, las ideas brotan agolpadamente, mis manos son tan lentas que no pueden seguir la velocidad de los rayos de luz que mi cabeza dispara cada segundo.

III
Sigo pensando en los alambres dentro de mi cabeza, en esa maraña indescifrable, que no se calcula ni se mide, que practica la ignominia, la pérdida de esqueleto, resuelta, intensa, pasional, no es mi cuerpo, es el tuyo, es el vaho de tus suspiros que me buscan, que agitan en las noches como esta su calma, su razón, tendencia, lamentos de perdón, ahogados en llanto, en las fosas muertas de una guerra de tactos labiales, carne se esparce en las calles, como recordando que de alguna parte nació la lujuria.

Un poco de música

Estoy sosteniendo tus 17 años con mis dedos, por ellos resbala un poco tu niñez, tus cabellos llegan hasta más allá del infierno y tu voz atraviesa el cielo. Poso mis labios cerca de una puerta abierta, por ella entra un vaho dulce, como de miel y tu paciencia, no entiendo lo que dices, reduzco tus palabras a sonidos efímeros, los persigo a través del aire. Cuéntame tus aventuras, ¿hacía donde quieres ir?, ¿Para que te quieres escapar?, ¿No es más repentino volcarte a la vida, que desaparecer y dejar tu huella?.

Jaulas sucias, entre sangre, sobre estiércol, dentro de mi inconsciente un solo deseo, suicidio, llamas bajo mis pies, detrás de mi cabeza un ruido sedante, gritos de muerte, aullidos de histeria, bajo mis pies la vacuidad de las pesadillas, sobre mi cabeza está el nombre de un demonio que se yergue, belleza, soledad, destreza. Un arsenal de alumbramientos, manos nuevas, pensamientos claros, la victoria que la lucha espera, ambas dudas, el rencor negro que se esparce, se disuelve con la sangre, con los fragmentos de una vida, con la desesperanza y también con un poco de mi idolatría. Continúo cantando, sigo volando, permanezco en el limbo de una insensatez perdida.